El juicio de seis hombres, todos musulmanes, acusados de conspirar para asesinar y provocar explosiones en el sistema de transporte londinense, el 21 de julio del 2005, empezó hoy en el tribunal de Woolwich, este de Londres.
Los ataques se produjeron dos semanas después de los perpetrados por cuatro kamikazes en tres metros y un autobús de Londres, que dejaron 52 muertos y más de 700 heridos y colocaron a Gran Bretaña en estado de alerta máxima.
Las explosiones del 21 de julio del 2005 no causaron víctimas debido a que sólo estallaron los detonadores, y no las bombas, pero agudizaron el sentimiento de pánico en un país traumatizado por los atentados del 7 de julio, que fueron perpetrados por cuatro musulmanes-británicos.
Un día después de la ola de ataques del 21 de julio, el brasileño Jean Charles de Menezes, de 27 años, fue ultimado en una estación de metro del sur de Londres por la policía, que le disparó siete balazos a la cabeza, al tomarlo por un kamikaze.
Los ataques del 21 de julio se produjeron en el marco de un «complot musulmán extremista» contra los transportes en común de Londres, declaró en la corte el fiscal Nigel Sweeney.
Los seis inculpados escucharon de pie las acusaciones de la fiscalía, que calificó a cinco de ellos de «kamikazes potenciales» que planearon «cruentos ataques suicidas» similares a los del 7 de julio.