La vieja parodia policial de la televisión norteamericana que mostraba a un policía bueno y otro malo interactuando con los acusados para lograr resultados es similar a lo que ocurre ante la opinión pública guatemalteca con la aprobación del presupuesto. El policía «bueno» que quiere las cosas de acuerdo a las normas y que se ajusta a los procedimientos de ley es el presidente Colom al exponer, públicamente, su convicción de que el Congreso tiene que aprobar el presupuesto para este año. Pero hay otro policía malo que tras bambalinas mueve sus hilos para asegurar que los votos de la bancada oficial y de sus aliados no permitan la aprobación del instrumento financiero porque así pueden operar sin candados y a base de transferencias.
Dadas las ampliaciones que se dieron este año y la aprobación de los bonos a última hora, el Gobierno puede disponer de un presupuesto prácticamente por el mismo monto que el propuesto por el ministerio de Finanzas, con el agregado de que al no haber asignaciones concretas para el año, se procedería igualmente a realizar transferencias y en medio del desorden que eso provoca, resulta mucho más difícil la fiscalización.
Desde el punto de vista operativo, para el Gobierno y especialmente para Cohesión Social, fue un éxito que no se haya aprobado presupuesto el año pasado y eso confirma lo que, en su momento, filtró el entonces ministro de Finanzas, Juan Alberto Fuentes, en el sentido de que era la esposa del Presidente quien estaba dando instrucciones a la bancada para no aprobar la propuesta de su ministerio. Fuentes había amenazado con renunciar si el oficialismo no aprobaba el presupuesto, pero terminó acomodado por otros seis meses hasta que se hizo imposible e insostenible su posición dentro del Gobierno.
Exactamente lo mismo ocurre ahora, con el agregado de que no hay filtraciones a la prensa sobre las instrucciones que bajo la mesa se dan a los diputados para que no aprueben el presupuesto, pero todo evidencia que por ahí va la cosa. Nada mejor para enturbiar el manejo de los fondos públicos que la ausencia de un instrumento que contenga claramente las partidas y que, además, contemple candados para evitar el trasiego de fondos de una partida a otra.
Las cosas no ocurren aquí por casualidad sino que responden a planificaciones bien estructuradas. La Ley de Extinción de Dominio, tan repudiada por los diputados, ha tenido alguna utilidad para ellos. Se convirtió en el pretexto para impedir la aprobación de presupuesto sin que le puedan endilgar la maniobra a quien hace el papel de policía malo, aquel que se salta las trancas e interroga usando la fuerza, dando patadas y metiendo zancadilla.