Jugando a profetas


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Hay muy pocas cosas que me gustan del deporte polí­tico que practican atletas obesos y fuera de forma en nuestro paí­s. En realidad estoy en el momento en que detesto el tema, me aburre, hastí­a y causa náusea.

Lo evito no sólo por la cantidad de fanáticos que suscita el ejercicio (los talibanes polí­ticos en nuestro paí­s son capaces de todo), sino porque en Guatemala la práctica polí­tica es un eterno retorno. Repetir es la constante y esto no da cabida a la imaginación. Pero entre tanto ir y venir uno no puede menos que sacar la bola de cristal y hacer ejercicios de profecí­a (este parece ser el ejercicio habitual de los columnistas).

Eduardo Blandón

 


Así­, los analistas polí­ticos –en Guatemala la mayorí­a se precia de serlo– hacen sus apuestas. Por ejemplo, muchos aseguran que si Sandra Torres no es inscrita como candidata, el candidato a ganar será Suger, otros juran que será Harold y algunos optimistas opinan que será Baldizón. Los magos se multiplican y aunque sea como tema de cantina, los visionarios tiran sus dados. Los hay que dicen que si Sandra Torres es inscrita, de todas formas pierde: la señora es odiada, afirman con el seño fruncido, será una autócrata de pacotilla, una dictadora de antologí­a, una marimacha para la historia. Lo dicen con tanta asertividad que no queda otra que asentir, tomar la botella y empinársela para olvidar tanta futurologí­a apocalí­ptica. Yo mismo el otro dí­a me disfracé de agorero en un bar de la zona 1 e hice mis apuestas. Se las comparto. Profecí­a uno: No creo que Sandra Torres sea inscrita como candidata a la Presidencia. Como fue plática de cantina no me preocupé por buscar fundamentos sólidos ni argumentos convincentes, sólo dije que los abogados no se arriesgarí­an dándole el plácet a la UNE a sabiendas que el mundo entero (aquí­ se vale exagerar) se les vendrí­a encima. No conozco abogados mártires les disparé con sorna, expresando el pésimo concepto que tengo de ellos (de la mayorí­a). Profecí­a dos. Si la señora es inscrita podrí­a ganar las elecciones. Esto causó furor, odio y ganas de expulsarme del templo de Baco. Les expliqué que en polí­tica casi todo puede suceder, que no era claro para mí­ el tal desgaste de la señora y que ellos –mis amigos– opinaban como capitalinos clase medieros, contaminados por la prensa, la radio y la televisión. Les dije que si lograba pasar a la segunda vuelta, la UNE lucharí­a con uñas y dientes para ganar y que muchos no votarí­an jamás por un candidato militar. Aquí­ cometí­ la imprudencia de decirles que yo era uno de ellos. Total que dejamos el tema de los augures y conversamos de cosas más provechosas y apasionadas, ese tipo de conversaciones que suelen distraer al macho medio al beber elixir relajante. Quiero repetir que el tema polí­tico cada vez me interesa menos y que por mí­ puede ganar quién sea. Total, vivo en materia polí­tica con la desesperanza de un africano en medio de la sequí­a y el hambre. No soy ningún optimista en el tema ni espero nada de los cleptómanos dedicados a la polí­tica. Pero hoy habí­a que escribir sobre algo y deseaba provocar la discusión. Adelante, tire sus dados y cuéntenos su profecí­a polí­tica.