Jubilados en el olvido


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A sabiendas que los jubilados estatales, en su mayoría personas de la tercera edad, los afectados y yo, las autoridades pueden hacerse desentendidas. Que no hacen plantones, bloquean carreteras y sitios estratégicos en la capital, apología del desorden; en tanto se visualiza el hecho de encontrarse en condiciones físicas a modo de impedimento imposible de negarse.

Juan de Dios Rojas


Las leyes solamente benefician a estamentos poblacionales de rompe y rasga; sin acatar el principio legal consistente en que, ante la misma no hay diferencia; vale decir, todos somos iguales. Tal e importante muestra; presto sí, en casos de total conveniencia, mediante el poder siempre de la política cimarrona, dueña y señora en estos tiempos actuales inhumanos.

Cuando mucho los jubilados hacen esfuerzos por denunciar ante los medios de comunicación con el derecho respectivo, esa discriminación persistente a estas alturas. Sin embargo, nada ni nadie toma en consideración dicho caso, rayando en la injusticia evidente. De ahí nada, pues el escenario pasa sin que a la postre pase nada, de sobra todos se enteran pero chitón.

Actualmente las entidades gubernamentales coaligadas y en forma ostensible, como el magisterio, piden, exigen con acciones trascendentes que denotan fuerza pétrea; en desmedro del diario acontecer, cuya proyección se expone en traspiés, directo a la economía, desorden público y la consabida demanda con calidad de trastorno público, recurrente de súbito, ¿y qué?

De esa suerte sin suerte, sale a relucir cómo y cuándo representa dentro del ambiente cotidiano esas expresiones conductuales, donde impera colocar una pica en flandes, seguros sin que quepa la menor duda, que entonces sí, son tomados en cuenta y acuden al instante a resolver sus exigencias de incremento salarial a menudo, antes que sobrevenga el aluvión y más presiones.

Empero el caso, repito, de los jubilados en el olvido, o atienden sus peticiones con derecho innegable, y por consiguiente tampoco ni siquiera pestañean allá arriba, ni atienden esos reclamos justos; pero en el ámbito correcto, subraya su análisis con moderación y correcto actuar, aparte de ser petición justa y necesaria en el amplio sentido del término mencionado.

Cabe incluso, en consideración al alto costo de vida irrefrenable, carentes de ingresos adicionales, mucho mayor atinente a los jubilados del Estado, de un porcentual de afectados en su salud orgánica y anímica, que incluye medicamentos, consultas, exámenes, etcétera; no cubiertos por el CAMIP. Es entonces prioridad uno atenderlos, más antes que después, sus montos son de miseria.

Oportuno es que el último gobernante, Alfonso Portillo, concedió un incremento de Q200.00, hace bastante tiempo atrás. De ahí hasta el presente los jubilados estatales deben escucharse y tomar muy en cuenta su legítima petición, de ninguna manera consiste en un millonario endeudamiento que deja exhausto al tesoro nacional.