Juan Pablo II: De regreso al origen en Polonia


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Cerca de la ciudad se alzan unas letras del tamaño de una persona y de un color azul cielo. «Wadowice, aquí comenzó todo», se lee sobre un campo verde.

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Por Eva Krafczyk (dpa) Wadowice / Agencia AP

Esas mismas palabras fueron pronunciadas por un Juan Pablo II ya anciano y enfermo, en un discurso ofrecido hace 15 años en lo que sería su última visita a dicha localidad del sur de Polonia. Era su ciudad natal.

En aquel entonces, un coro de niños con mucho fervor y algunas notas desafinadas cantó a la belleza de Wadowice a los pies de los Montes Tatras. Algunos excompañeros de escuela del Sumo Pontífice de la Iglesia católica estaban sentados en primera fila en la plaza mayor y vieron cómo el Papa se entusiasmaba con sus recuerdos de infancia: «Allí, en la plaza mayor, comprábamos ‘kremowki’ (torta de crema)».

Hoy no hay ninguna confitería y ningún café en Wadowice que no ofrezca ‘kremowki’, también llamados muchas veces ‘kremowki papales’. La plaza mayor delante de la basílica en la que fue bautizado Karol Wojtyla y en la que fue monaguillo fue adornada muchos días antes con banderas con los colores polacos y los del Vaticano. También hay canteros con flores, una fuente, pintura fresca. Y es que gracias a un programa de apoyo de la UE la ciudad de Wadowice pudo arreglar su plaza a tiempo para la canonización de Juan Pablo II.

Unas plaquetas de color gris oscuro fueron colocadas en el pavimento de la plaza que lleva el nombre de Juan Pablo II, con los nombres y las fechas de los lugares a los que peregrinó -Alemania, Estados Unidos, Kenia y México- y todos los lugares en los que el «santo padre» dejó su huella.

Juan Pablo, que era llamado «Lolek» por sus compañeros de escuela, está presente en todas partes. Como escultura con las manos extendidas delante de la iglesia, en afiches en los que se convoca a vigilias y misas por la canonización, en carteles gigantes en el portal de entrada al templo y lógicamente en la tienda justo a la vuelta de la esquina.

Allí los fans de Wojtyla pueden obtener todo lo necesario para el culto al Papa polaco y futuro santo nacional: bustos para el escritorio, retratos, banners con su figura, etc. El negocio podría funcionar mejor: «Espero que con la canonización aumente la demanda», dice la mujer en la caja.

En cambio no hay problemas con la demanda en el recientemente renovado museo que funciona en la casa natal de Karol Wojtyla. «El interés es enorme», dice Malgorzata Baginska, uno de los empleados. «Justo para el fin de semana de la canonización ya hay muchísimas reservas».

Con instalaciones multimedia en el museo se presenta la vida del Papa polaco. El corazón de la exposición es la vivienda de dos habitaciones en la que se crió Wojtyla, reconstruida con toda fidelidad a la original. Una de las instalaciones muestra a Wadowice en los años 20, cuando era una de las típicas ciudades de la zona con muchos habitantes judíos. «Lolek» Wojtyla mismo solía ser el arquero de un equipo de fútbol judío, en el que jugaba su amigo Jerzy Kluger.

También en Cracovia, la antigua ciudad episcopal de Karol Wojtyla, estos días todo se centra en la canonización del hombre que en Polonia es considerado el «papa del milenio». En la colina de Wawel, donde la catedral y el castillo real están uno al lado del otro, no puede faltar, lógicamente, un monumento al papa. Turistas italianos y brasileños compiten con los visitantes polacos por un lugar para las fotos grupales delante de la estatua del Papa.

Delante del palacio episcopal, arden velas y fueron depositadas muchas flores. Pero no hay comparación con la cantidad que había en los días posteriores a la muerte del papa, en 2005, cuando toda la vida pública en Polonia quedó paralizada por el duelo. Un retrato gigante del papa cuelga de la ventana de la habitación de huéspedes episcopal. Es la «ventana papal».

Desde allí, Juan Pablo II hablaba a los fieles reunidos en la calle en cada una de sus visitas. Allí los fieles permanecieron durante largas noches cuando el Papa se estaba muriendo. También su sucesor, Benedicto XVI, siguió con la tradición de hablar desde allí en su visita a Polonia. Y los polacos esperan que en dos años también lo haga el Papa Francisco en la jornada mundial de la juventud que se celebrará en Cracovia.

Tras la muerte de «su» Papa, muchos polacos esperaban que en su testamento hubiera manifestado el expreso deseo de ser enterrado en tierra polaca y que hallara descanso eterno en la colina de Wawel. Pero no fue así. Sin embargo, para la canonización sí habrá un «Jan Pawel II» en Wawel: una nueva campana para la torre de la catedral.

Para la campana con un diámetro de 93 centímetros y un peso de casi media tonelada aún quedaba un lugar en la torre y no hizo falta hacer obras. Junto al escudo de Juan Pablo II, también se grabó en la campana su lema «Nolite timere» (No teman). «Tiene un sonido muy bello, se la escuchará de lejos», se alegra Zdzislaw Sochacki, sacerdote de la catedral, sobre la campana consagrada el domingo de Pascuas.

Cuanto más se acerca el 27 de abril, más aumentan las actividades en todas las congregaciones. Ya en las misas de Pascua la inminente canonización fue un tema importante. Había dibujos infantiles con el retrato de Juan Pablo II colgados de las paredes de los templos y las radios de la iglesia llamaban a sus oyentes a recordar sus experiencias con el papa polaco.

En los días de Pascua también partieron jinetes y corredores desde Polonia, para llegar a tiempo a la ceremonia en la Plaza de San Pedro en Roma.

No cabe duda de que el culto a Juan Pablo II florece en su tierra, aun cuando la Iglesia católica misma haya perdido influencia en los últimos años. La cifra de fieles se redujo, sobre todo en las grandes ciudades.

Incluso católicos creyentes tienen problemas con las expresiones de representantes de la iglesia oficial, ya sea una crítica a la fertilización asistida o el manejo con las víctimas de abuso sexual. Cuando el presidente de la conferencia episcopal católica dijo el año pasado que es el desmembramiento de las familias y la pérdida de los valores morales lo que lleva a los niños a buscar el amor en los brazos de curas pedófilos, la indignación fue grande.

Según se estima, en Polonia hay unos 7 mil monumentos a Juan Pablo II e incontables calles, plazas, escuelas, hospitales o jardines de infantes que llevan su nombre.

Pero no en todos los sectores de la Iglesia reina el entusiasmo por este culto a la persona y sobre todo por las estatuas de Juan Pablo II. «Tienen la estética de enanos de jardín», se quejó un sacerdote que prefiere guardar el anonimato.

Claro que para la canonización el culto a Juan Pablo II volverá a florecer. ¿Pero qué es lo que quedó realmente de la influencia del carismático polaco en sus compatriotas? En la vida cotidiana casi no se habla de él. «A medida que los hechos quedan atrás, también se va desarmando la comunidad», escribió el periodista polaco Rafal Kalukin sobre la «utopía ahogada». Queda la «imagen de la santidad».