Los ciudadanos de la revolución socialista de Venezuela se han acostumbrado a hacer largas filas para todo, ya sea para comprar pan o un automóvil. Daniela Rodríguez, de 26 años, confía en que la que hizo este mes sea su última fila.
Al igual que otros 50 estudiantes y graduados universitarios, Rodríguez ha hecho una larga espera en los últimos tres días en la acera de un concurrido distrito de oficinas en Caracas para recibir un sello consular con la esperanza de que sea su boleto hacia un futuro mejor.
¿Su destino? Irlanda, un país del que no sabe casi nada. Pero eso es lo de menos.
«Voy a ciegas a donde sea», dijo Rodríguez, quien no ha podido encontrar trabajo como periodista tras graduarse en esa carrera en el 2010 y se ha visto obligada a trabajar como vendedora en una tienda de ropa. «Aquí te matas trabajando y nada. Afuera, haces un esfuerzo, pero después de dos años está reconocido».
Esta idea es ampliamente compartida por muchos venezolanos, que abandonan su patria en grandes números en vez de esperar una mejora en la situación frente a una severa crisis monetaria, una inflación de 50% y escasez sin precedentes.
Sin embargo, no todos huyen de las dificultades. Algunos venezolanos se hacen pasar por estudiantes y reciclan en el mercado negro divisas fuertes cada vez más escasas a la tasa oficial para pagar por sus estudios en el extranjero.
En medio de la búsqueda desesperada de oportunidades en el extranjero, Irlanda aparece casi como el escape ideal.
Por mucho tiempo este país ha atraído a estudiantes de idiomas de todo el mundo y los venezolanos no necesitan visa para ingresar en la Unión Europea, a diferencia de si viajaran a Estados Unidos, Canadá y Australia.
España, que fue durante años el destino preferido de los emigrantes latinoamericanos, tiene ahora un desempleo superior a 50% entre los jóvenes, mientras que la economía de Irlanda registra una firme recuperación tras la crisis financiera en Europa.
Los venezolanos que ya estudian en Irlanda dicen que es fácil encontrar empleo, algo permitido por las leyes locales.
«Da pesar que un país que invirtió tanto en la formación de esos recursos humanos después no puede utilizarlos para potencializar su economía», dijo Anitza Freitez, demógrafa de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas que ha estudiado las tendencias migratorias.
Freitez calcula que el número de venezolanos que viven en el extranjero aumentó 12% de 2005 a 2010, una reversión de la que no puede enorgullecerse el país, cuya prosperidad derivada del petróleo lo había convertido en gran parte del último medio siglo en un imán para inmigrantes procedentes del sur de Europa y de Sudamérica.
Los vínculos entre Venezuela e Irlanda se remontan al siglo XIX, a la guerra de la independencia: Uno de los colaboradores más estrechos del Libertador Simón Bolívar fue un oficial irlandés llamado Daniel O’Leary. Hasta hace poco, no obstante, menos de 200 venezolanos vivían allí, según la investigación de Frietz.
Ahora los venezolanos están casi a la par de los brasileños, cuyo país es siete veces más grande y que constituyen la comunidad extranjera más grande que estudia idiomas en Irlanda.
Y la partida de venezolanos continúa.
El Seda College de Dublin dice que su portal recibió 7.640 visitantes de Venezuela en enero, el equivalente a un tercio de todas las consultas del 2013. MeQuieroir.com, un portal venezolano que ofrece información a la gente que quiere emigrar, reportó este mes un tráfico que fue el doble de lo normal.
Dublin se ha hecho tan popular entre los jóvenes venezolanos que el portal satírico El Chiguire Bipolar dijo hace poco en broma que era la ciudad venezolana más segura. Aludía a las altas tasas de criminalidad que hay en Venezuela y que son uno de los factores que contribuye al éxodo.
«No es como otras oleadas, como ocurrió después de cada elección», comentó Esther Bermúdez, fundadora de «MeQuieroIr.com y quien se radicó en Montreal en el 2007, harta de los controles de divisa que dificultaban hacer negocios con firmas publicitaras y proveedores del exterior. «Es un pico más sostenido que otros, menos emotivo, de cara a la crisis estructural que se viene».
Esa desilusión se percibe en las afueras del Consulado Honorario de Caracas, donde en los últimos seis meses, y sobre todo desde que la economía empeoró en noviembre, numerosos estudiantes se congregan todos los días al amanecer.
A veces se reúnen hasta 200, lo que motiva las quejas de los empleados del consulado que pasan por allí y hace que surjan jóvenes encargados de asegurarse de que nadie se adelanta en la cola cuando abre el consulado, el cual funciona en una oficina de abogados y abre desde las 10 de la mañana hasta el mediodía.
Todos quieren cruzar el mismo Rubicón: conseguir una estampilla para certificar la registración enviada por casas de estudio de Irlanda.
Cuando tienen ese documento, pueden enfrentar el laberinto burocrático creado por una década de rígidos controles monetarios y comprar divisas fuertes a la tasa oficial de cambio de 6,3 bolívares por dólar, una cotización que es 12 veces más barata que la del mercado negro.
Eso les presenta la oportunidad de hacer un negoción. El gobierno permite a quienes estudian en el extranjero comprar 16.440 euros al año además de la matrícula. Vendiendo un porcentaje pequeño de esa suma en el mercado negro les permite convertir 140.000 bolívares en 1,5 millones de la noche a la mañana. Eso es unas 500 veces el sueldo mínimo, que es de 3.270 bolívares.
Las autoridades dicen que sospechan que muchos de los supuestos estudiantes ni siquiera estudian.
El ministro de comercio Alejandro Fleming, que controla de cerca la venta de divisas fuertes, dijo este mes que Irlanda y Miami son dos sitios desde donde bandidos que se hacen pasar por estudiantes están vaciando las arcas del país.
El ministro de relaciones exteriores de Irlanda le dijo a la AP que se detectó una pequeña cantidad de solicitudes de matrícula fraudulentas, pero no dio detalles. Un rumor que circula en las afueras del consulado es que la estampilla consular ha sido falsificada recientemente.
A diferencia de otros estudiantes extranjeros, los venezolanos tropiezan con obstáculos para abrir cuentas bancarias en Irlanda porque las autoridades locales temen que puedan ser usadas para transferir dinero ilegalmente, según Tiago Mascarenhas, director de márketing de Seda.
Algunos estudiantes reconocen que el sistema se presta para que se cometan fraudes, pero dicen que los verdaderos abusos los comete el gobierno del presidente Nicolás Maduro, que ha hecho que las estanterías de los supermercados estén vacías y que haya una inflación galopante en el país con las reservas petrolíferas más grandes del mundo.
«Si el gobierno tiene sospechas debería presentar las pruebas», expresó Rodríguez, quien dice que un tercio de sus amigos se han ido de Venezuela. «No es nuestra culpa que el país no avance».
Anitza Freitez
demógrafa de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas
«No es como otras oleadas, como ocurrió después de cada elección. Es un pico más sostenido que otros, menos emotivo, de cara a la crisis estructural que se viene».
Esther Bermúdez
Fundadora de «MeQuieroIr.com