La doctora Josefina de Los íngeles Alonso y ílvarez de Rodríguez, nació en La Habana, Cuba. Hija única de emigrantes españoles, por lo que recibiría una esmerada educación que la llevó a apasionarse por la cultura universal y por el arte y particularmente por la apreciación del arte moderno. Lo que le provocaría un «clic» o amor a primera vista con todas las manifestaciones artísticas que pincelan a Guatemala. Desde las que la ha dotado la naturaleza hasta las que han producido todos los seres que han nacido en esta tierra: Sus conmovibles y misteriosas pirámides mayas, hasta las ruinas de sus templos y conventos de Santiago de Guatemala (La Antigua).
Su rápida identificación con los artistas de la época: Humberto Garavito (a quien siempre supo valorar en la gran dimensión de su obra artística); Guillermo Grajeda Mena, Rodolfo Galeotti Torres, Roberto González Goyri (nuestro gran artista recientemente fallecido) y Dagoberto Vásquez Castañeda. Con este último crearía lazos cristianos de compadrazgo, que hicieron una amistad más entrañable también con la Señora Bianchi de Vásquez, su esposa, haría su ahijado al hoy artista de las artes visuales Claudio Vásquez Bianchi.
Con ese grupo de artistas crearon e impartieron docencia en el entonces departamento de Arquitectura de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de San Carlos de Guatemala gracias al llamado e invitación que le hicieran los arquitectos guatemaltecos recién venidos de la Universidad Autónoma de México: Roberto Aycinena Echeverría, Jorge Montes Córdova y Carlos Haeusler Uribio. Impartiría la cátedra de Arte Antiguo y Medieval entre otras materias. Pero la falta de un curso formal de arte contemporáneo guatemalteco, la harían realizar la investigación: «Occidente: Arte Contemporáneo de Guatemala – cincuenta años de arte y arquitectura». Editado por la Editorial Universitaria de la USAC., en los años sesenta del siglo pasado, libro que serviría apoyo a la docencia de centenares de estudiantes de Humanidades y Arquitectura de la Universidad de San Carlos.
La doctora Josefina Alonso fue funcionaria del Ministerio de Educación en el departamento de Arte y Cultura, gracias a la invitación que le hiciera en su momento la arquitecta Julia Elisa Vela Leal y en la década de los 80`s fue directora del Centro Cultural Miguel Asturias, realizando en las dos épocas un trabajo encomiable a favor de la cultura del país.
El maestro Efraín Recinos, en su oportunidad fue enviado a Londres, para desarrollar estudios en el campo del arte y el arquitecto Marcelino González Cano (ex decano de la Facultad de Arquitectura de USAC), fue enviado al ICROMM en Roma, a desarrollar estudios en el campo de conservación de monumentos. Como ejemplo de algunas de las personas a las que apoyó para que se especializaran en beneficio del país.
El año recién pasado fue objeto de un homenaje con motivo del Cincuenta Aniversario de la Fundación de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de San Carlos. En dicho homenaje se resaltó la importancia que tuvo la participación de la doctora Josefina Alonso de Rodríguez en la formación de los futuros arquitectos, dentro de los que se encontraban algunas personalidades ex alumnos suyos como: El Arq. Sergio Búcaro (ex embajador de Guatemala en la Santa Sede), los arquitectos Jorge Montes Córdova, Carlos Haeusler, Rodolfo Portillo Arriola, Julio Corea y Reyna (ex decanos de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de San Carlos), el arquitecto Darío Menéndez (representante de la Facultad de Arquitectura ante el Consejo Superior Universitario), el arquitecto Efraín Amaya (representante de los docentes ante la Junta Directiva de la Facultad de Arquitectura), la arquitecta Magda Eunice Sánchez (artista de la plástica guatemalteca) y la arquitecta Julita Vela Leal, quien esbozó unas emotivas palabras de homenaje a la que fuera su profesora de Historia del Arte.
Hoy la doctora Josefina Alonso de Rodríguez, ha fallecido, lejos de su patria, pero cobijada por esta patria Guatemala, por la que tanto trabajó en pro y por la cultura guatemalteca. Gracias doctora Alonzo de Rodríguez.
Alonso al igual que la gran Alicia: la bailarina, intérprete suprema de las
grandes obras del repertorio romántico y clásico; son dos perlas
simultáneamente nacen y crecen en Cuba, para gloria de la isla, para gloria
del planeta. Isla que limita con el estrecho de Florida, Mar Caribe, Golfo de México y al este con el «paso de los vientos».
Siempre me llamó la atención esta poética descripción de la limitación de la reina del Archipiélago de las Antillas, y es por ello, que aprovecho la oportunidad para repetirlo,
ambas conocieron los Palacios de Blanco, de Goitizolo y de Ferrer, de la
Ciudad de Cienfuegos, Patrimonio de la Humanidad. Crecieron en La Habana Vieja, sus plazas, calles, iglesias, y palacios, el Cementerio de Cristóbal Colón, pieza maestra del arte escultural funerario y las viviendas cubanas, combinación de maderas y piedra caliza, balcones y barandales de hierro forjado y fundido, adornados por filigranas de gran elaboración y belleza.
Al barroco español que llega a Cuba en el siglo XVIII, confluyen el ardiente y húmedo clima, y las propiedades de su piedra, para dar una expresión peculiar a este estilo. Ejemplo excepcional «la catedral de La Habana», iniciada como parroquia, sede de los Jesuitas, en 1748; y elevada al rango de catedral en 1793. Dos años pasé en Cuba y la visita dominical a esta catedral me era obligatoria, más por su belleza que por devoción.
Hago este preámbulo, para contarles que en mi primer encuentro con doña Josefina cuando ingresé a su clase de Historia del Arte; le dije algo así como: «Â¿qué me dice de la «iglesita» de La Habana Cuba?», me vio con ojos fieros, y me dijo con voz sonora, «usted se refiere a la «catedral de La Habana, obra maestra como pocas» pido disculpas, lo dije tontamente, quizás pensando en sus dimensiones y comparándola con una Notre Dame de Paris, la de San Pedro en Roma, o incluso nuestra Catedral Metropolitana. Reitero mi admiración desde siempre por esa joya en el corazón de La Habana, pero también confieso, que en ese entonces, no hubiera podido definir su
estilo, ni exponer su gran valor arquitectónico e histórico, simplemente me embriagaba su belleza.
El licenciado Horacio Rodríguez, a mitad del siglo pasado, en un viaje a Cuba, decide que es la mujer con la que quiere compartir su vida, la pide en matrimonio y casa con ella en la «Isla de Pinos», como también se le llamó a Cuba.
Doña Josefina, se traslada a vivir a Guatemala, y se incorpora inmediatamente al ámbito artístico, primordialmente al campo de la docencia, en las Facultades de Humanidades, Ingeniería, Arquitectura y la Escuela de Bellas Artes. Su talento fue detectado y aprovechado por grandes guatemaltecos, como: los arquitectos Roberto Aycinena, Jorge Montes, y Carlos Haeussler, así como los maestros Roberto González Goyri, Dagoberto Vásquez, don Oscarito, Max Saravia, Rodolfo Galeotti Torres, y muchos más.
También ocupa su tiempo escribiendo sobre distintos temas siempre relacionado el arte en Guatemala y administrando instituciones que tienen a su cargo la promoción y difusión de las artes.
En este último oficio, ocupa los cargos de directora de la Dirección General de Cultura y Bellas Artes y del Centro Cultural Miguel íngel Asturias.
Personalmente tuve la suerte de encontrarla en varias oportunidades:
1. Como la inolvidable maestra de «Historia del Arte» en La Facultad de
arquitectura.
2. Como mi superior en la Dirección General de Cultura Y Bellas Artes.
3. Cuando trabajé en Canal 5, como productora del programa «Espejo
Cultural». Escogí cubrir los trabajos de restauración del mausoleo de Justo
Rufino Barrios en el Cementerio General, con «el maistro nito Rodolfo», como
le decíamos cariñosamente al escultor quezalteco y doña Josefina. Los tres descubrimos las horrendas capas de pintura que cubrían el tesoro de una maravillosa obra escultórica y por supuesto la doctora dejó testimonio de ello, en un folleto de fácil y amena lectura.
4. En la Universidad Francisco Marroquín, doña Josefina impulsa la carrera de «Licenciatura en Arte». Tuve la suerte que me llamara para impartir la clase de «Historia de la Danza». Ofrecimiento que acepté gustosamente, y que confieso, me obligó a ordenar mis conocimientos, archivos y pensamientos, para elaborar un pensum coherente.
Sus artículos y obras dedicados al arte y a artistas guatemaltecos son además de valiosos, patrimonio que lega para el conocimiento de la Historia de Guatemala, y que vinieron a llenar un vacío enorme existente.
En conclusión, es momento propicio para confesarles mi admiración, aprecio, identificación y respeto por la labor que ha desarrollado y que continúa realizando.
Homenaje a la Doctora Josefina Alonso de Rodríguez
Miércoles 26 de septiembre de 2007. 17:00 Horas. Edificio T-2 Auditórium de la Facultad de Arquitectura USAC.