José Ovejero: La invención del amor


cul2_1

Quizá porque el amor no puede ser sino producto de la ficción, quizá porque la vida, según la literatura, es un sueño, José Ovejero nos presenta en “La invención del amor”, una novela en la que la fantasía es materia prima en el diseño de su obra.

Eduardo Blandón

Podríamos fiarnos del jurado que le hizo merecedor del Premio Alfaguara de novela 2013, pues este escritor tuvo éxito en su empresa.

En esta novela, Ovejero investiga en el génesis del amor. La idea es la siguiente: aun y cuando el sentimiento parte de motivaciones diversas, lo común en ellas es la mentira generosa que recrea la mente.  El amor es una superchería que se funda en el ánimo de felicidad. Nosotros mismos creamos nuestra propia trampa, trenzamos la cuerda y nos colgamos gozosos en ella.

¿Cuánta responsabilidad hay en la otra persona? Probablemente ninguna. El amante quizá sea como el motor inmóvil aristotélico que atrae, pero al que le dejo llevarme de manera voluntariosa. No soy una víctima de la seducción, soy el verdugo inconsciente que se solaza en la aventura. Y en esos juegos extremos se arriesga la vida.

En todo caso, sin embargo, es el mejor de los juegos. Nada hace más feliz al género humano que el amor. La química que recorre los rincones del cuerpo es el detonante predilecto que nos conduce a jugar siempre. Es nuestro pasatiempo favorito. Y basta seguir los hilos que lleven a la diversión para entender la lógica humana.

Es esta, la intuición de Ovejero. Descubrir que lo que comienza con un juego inofensivo, en este caso su protagonista finge ser el novio de una desconocida difunta, termina en un amor que trastoca la vida. El amor es así, va más allá de cálculos porque es en esencia incertidumbre. Pero es esa montaña rusa la que nos vuelve creativos y condena a repeticiones sin fin.

“Cuando estás enamorado de alguien también eres infeliz. Porque no estáis juntos todo el rato, o porque la echas de menos en tal momento, o porque no puedes saber si te quiere o como tú la quieres, en fin, todo esto suena muy cursi pero da igual: una de las cosas más hermosas del amor es la infelicidad que produce, porque te hace sentir con más intensidad quién eres y quién querrías ser”.

En contraste con la invención del amor, la vida resulta aburrida. Poco es tan abrumante en el relato como la soledad. Los amigos van y vienen, las aventuras intermitentes se suceden… todo es fugacidad. Lo único que funciona es el movimiento de los sentimientos. Esa dinámica que cambia los colores, infunde vida e inspira una mística singular.

John Bayley afirma en “The Characters of Love: A Study in the Literature of Personality”, que es difícil imaginar la literatura sin amor ya que “desde la Edad Media, los dos han dependido de sí más y más y su interrelación es ahora tan compleja como la civilización misma. Casi todas las obras de la imaginación incluyen la idea del amor”.

Más allá de la epifanía presentada por el autor, la edificación literaria de la obra adolece de mayores artificios que resistan el tiempo. Hay elementos en la arquitectura del texto que dan prueba del tránsito del autor hacia la madurez.  Pero, como he dicho, el relato es totalmente aceptable y merecedor de un premio como el otorgado por Alfaguara.

El jurado ha reconocido el valor del libro diciendo que es “una novela que combina la intriga del thriller con la inmediatez del reportaje. Narrada en primer persona, a través de una voz cercana, inquisitiva e irónica, el protagonista va desvelando las imposturas del amor y al mismo tiempo su absoluta necesidad”.

MÁS SOBRE OVEJERO

José Ovejero nació en Madrid en 1958. Ha explorado distintos géneros literarios a través de obras diversas: el poemario, “Biografía del explorador”; el libro de viajes “China para hipocondríacos”; las novelas “Las vidas ajenas”, “Añoranza del héroe”, “Huir de Palermo”, “Un mal año para Miki”, “Nunca pasa nada” y “La comedia salvaje”; los ensayos “Escritores delincuentes” y “La ética de la crueldad”; y los libros de relatos como “Cuentos para salvarnos a todos”, “Qué raros son los hombres” y “Mujeres que viajan solas”. Ha sido merecedor de los premios: “Premio Ciudad de Irún”, “Premio Grandes Viajeros 1998”, “Premio Primavera 2005”, “Premio Ramón Gómez de la Serna 2010” y “Premio Anagrama de Ensayo 2012”.