José de San Martí­n II


í“scar Enrique Alvarado S.

La biografí­a de San Martí­n es muy extensa pues participó en la emancipación de Argentina, Chile, Perú y ayudó en la libertad de Ecuador. Los cambios territoriales que sufrió el virreinato de Perú demuestran lo extenso que fue. Frente a todas las fuerzas realistas mantuvo una intensa campaña militar nuestro héroe.

Los argentinos invadieron militarmente el Alto Perú, el virrey del Perú, José Fernando de Abascal, envió en su contra a un ejército derrotándolos en Guaqui el 20 de junio de 1811, perdiendo los argentinos definitivamente ese territorio. Más tarde Sucre favoreció su independencia con el nombre de Bolivia en 1825. Lo mismo sucedió con Paraguay que se separó de Argentina pese a las acciones militares para evitar tal secesión. La llamada Banda Oriental o Uruguay también siguió el ejemplo separatista. El antiguo Virreinato del Rí­o de La Plata quedó dividido.

Argentina era independiente desde 1810, pero el 9 de julio de 1816 fue proclamada la libertad en el Congreso de Tucumán fue aquí­ en donde influyó mucho San Martí­n quien desde Cuyo o Mendoza preparaba al ejército de los Andes para invadir Chile.

Cuando el 20 de agosto de 1820 San Martí­n invadió el Perú con 23 buques, el mismo año tuvo lugar la sublevación de Rafael de Riego en Cabezas de San Juan, deteniéndose el paso de la expedición militar sobre el Rí­o de La Plata; este hecho ayudó en gran medida a los patriotas evitando que España tomara de nuevo el control total sobre sus colonias en América. Sin embargo, en algunos lugares la resistencia realista se prolongó, así­ el coronel Antonio Quintanilla defendió la isla de Chiloé en 1826.

San Martí­n fue miembro de la masonerí­a, especí­ficamente de la Logia Lautaro. La actividad desplegada por las logias tendí­a a la tolerancia religiosa, por ello la Iglesia Católica externó algunas oposiciones hacia San Martí­n.

Uno de los cargos más importantes desempeñados por San Martí­n fue el de protector de el Perú en octubre de 1821, el mismo año en que proclamó su Independencia, pero la lucha apenas se iniciaba. Asumió todos los poderes, así­ como reformas de tipo social y cultural. Abolió el tributo pagado por los indí­genas y dio la libertad a los hijos de los esclavos negros. San Martí­n se retiró de Perú en septiembre de 1822.

La lucha continuó por Bolí­var y Sucre, la batalla de Juní­n el 6 de agosto y Ayacucho el 9 de diciembre de 1824, el año siguiente fue liberado el Alto Perú, el general Olañeta fue vencido en Tusmulá el 1º de abril de 1825, para caer finalmente la fortaleza del Callao el 22 de enero de 1826.

Su exilio en compañí­a de su hija Merceditas transcurrió durante muchos años, recibiendo visitas de personajes distinguidos, uno de ellos Domingo Faustino Sarmiento. Sus restos mortales descansan en la Catedral de Buenos Aires.