José Castro, el «juez justiciero» de la hermana del Rey Felipe


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La imagen de José Castro llegando con su moto y su casco a los juzgados de Palma de Mallorca se hizo muy familiar para los españoles, que desde hace tiempo la ven con frecuencia en los informativos de televisión.

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Por Sara Barderas
Madrid y Palma / Agencia dpa

Castro es el juez que imputó a la infanta Cristina cuando era hija del rey Juan Carlos y que ahora que es hermana del rey Felipe VI, y dictamina que debe ser juzgada por haberse beneficiado de los negocios ilegales de su marido, Iñaki Urdangarin.

Del magistrado se habla como el «juez justiciero», el apelativo que ya hace tiempo empleó un fiscal para definirlo.

«La Justicia es igual para todos», proclamó él la primera vez que imputó a Cristina de Borbón en abril de 2013. Aquella imputación la anuló después un órgano superior.

Él volvió a imputarla en enero de este año y al mes siguiente, la entonces hija del rey de España llegaba a los modestos juzgados de instrucción de Palma de Mallorca para convertirse en el primer miembro de la familia real en ser interrogado por un juez.

En la sala en la que testificó durante más de cinco horas frente a la fotografía de su padre, Cristina oía el bullicio de la calle. «Castro, amigo, el pueblo está contigo», coreaban los manifestantes.

Algunos portaban pancartas con lemas como «La justicia tiene un nombre: Castro». Y aquellos días, la prensa española hablaba de «un juez implacable al que no le tiembla el pulso».

Con la investigación del gran escándalo de corrupción que asestó al reinado de Juan Carlos I su mayor golpe y que está entre las razones de la reciente abdicación del monarca en su hijo, Castro se convirtió en un referente en una España en la que las instituciones, incluida la Justicia, sufren un gran descrédito ciudadano.

En los tiempos que corren, en los que algunos procederes en los últimos años dañaron el prestigio de la Justicia, muchos dudaban de que una hija del rey pudiera llegar a ser llamada por un magistrado para ser interrogada y mucho más, de que pudiera ser procesada.

Es lo que pide Castro, pero el recurso de la fiscalía deja la decisión final en manos de la Audiencia Provincial de Palma, el tribunal que el año pasado anuló la primera imputación de la infanta.

Las alabanzas al juez en todo este tiempo llegaron de todos los ámbitos. «La justicia empieza a ser igual para todos, gracias a jueces como el juez Castro», dijo hoy Cayo Lara, líder de Izquierda Unida (IU), la tercera fuerza parlamentaria de ámbito nacional.

Lo califican de «valiente». Porque tener la ley del lado de uno no evita cierto vértigo en decisiones como las que tomó. «No se arruga ni desfallece ante esos casos complejos», dice un compañero. «Busca la verdad a fondo y hace respetar la ley con severidad», en palabras de un fiscal.

«Pepe», como le dicen los conocidos, es un juez campechano que nació en Córdoba en 1947. Fue funcionario de prisiones, secretario judicial, juez de magistratura y es juez de instrucción desde hace casi un cuarto de siglo. A lo largo de su carrera recorrió buena parte de la geografía española y rechazó ascensos y nombramientos.

Su forma de vestir, alejada en ocasiones de corbatas y trajes, contrasta con la de otros jueces y fiscales. Sobre todo por sus chaquetas de cuero, reminiscencia de sus tiempos de joven motero, cuando llevaba una cilindrada muy superior a la que lleva ahora.

Es poco dado a las efusividades y le sonrojan los aplausos, que en los últimos años recibió en varias ocasiones de espontáneos al entrar o salir de su juzgado. Huye del protagonismo. Nunca dio una entrevista. Entra y sale del juzgado sin hacer declaraciones, a lo sumo los periodistas le sacan dos palabras. Literal. Y de vez en cuando pone gesto severo ante la presencia de la prensa.

Está separado, tiene tres hijos y algún nieto, y también novia. Y es aficionado al «kendo», la esgrima japonesa. Conduce un deportivo de marca alemana y también una bicicleta.

Su independencia la lleva a rajatabla. Ni siquiera es miembro de una de las asociaciones de la magistratura, por cuya pertenencia, al final, se clasifica a los jueces en «progresistas» o «conservadores».

En sus interrogatorios es irónico y sarcástico. Y también muy claro. Lo comprobó la infanta Cristina en febrero, cuando el juez, que la trató en todo momento de señora y no de alteza real, la tuvo más de cinco horas respondiendo preguntas, muchas incisivas.

El caso que cerró Castro no es el primero en el que encara la corrupción. De hecho, tiene amplia experiencia en el tema. Pero sí es el único en el que uno de los protagonistas es hija y hermana de rey. Y por él pasará a los libros de Historia de España.

FISCAL CONTRA JUEZ

El fiscal Pedro Horrach no necesitó más de 24 horas para recurrir la decisión con mayor repercusión social de la carrera del juez José Castro: la de mandar al banquillo de los acusados a la infanta Cristina, hermana del rey Felipe VI.

Lo hizo además en un documento en el que vierte duras acusaciones contra el magistrado junto al que combatió la corrupción durante años en buena sintonía.

«Construye una andamiaje probatorio, con una falsa apariencia de solidez, para imputar a Doña Cristina de Borbón. Cuando se revisan los anclajes de dicha estructura se revela tal inconsistencia que una leve brisa lo desmorona», aseguró Horrach.

La infanta Cristina se ha interpuesto entre juez y fiscal y el recurso que presentó este último no constituye la primera crítica al magistrado.

Castro realizó una instrucción «a la carta» y estuvo influenciado por los medios de comunicación, según Horrach, que lo acusó además de llevar a cabo «una espiral inquisitiva» y «un juicio de valor basado en meras conjeturas» al pedir procesar a la infanta por dos delitos fiscales y uno de blanqueo de capitales.

El juez, andaluz nacido en Córdoba (sur) en 1947, y el fiscal, mallorquín dos décadas más joven, cimentaron una relación personal a fuerza de trabajar codo con codo, a veces también noche, durante años en los que compartieron presiones y seguramente charlas sobre motos y automóviles deportivos, que les gustan a ambos.

Muchas de sus investigaciones conjuntas en las Islas Baleares culminaron en juicios con condenas a cargos públicos. Llevaron al banquillo juntos al ex ministro de José María Aznar y ex presidente del gobierno regional balear Jaume Matas, protagonista de uno de los escándalos de corrupción más sonados de los últimos años en España: el «caso Palma Arena».

De su investigación de cómo se dobló el gasto de construcción de un pabellón deportivo salieron más de una veintena de causas por corrupción. Una, el caso que hizo temblar los cimientos de la monarquía española y cuya investigación impulsaron juntos hace más de tres años.

Pero el juez y el fiscal se enfrentan desde hace meses por la imputación de la infanta Cristina, que con la decisión de Castro del miércoles quedó a un paso del banquillo.

«Seguimos sin saber qué concretos delitos y hechos pueden imputarse a Cristina de Borbón», sostuvo Horrach en su recurso.

La víspera, el juez aseguró que existen «sobrados indicios de que doña Cristina ha intervenido, de una parte, lucrándose en su propio beneficio y, de otra, facilitando los medios para que lo hiciera su marido» a través de una «colaboración silenciosa» en la empresa de la que cada uno de ellos es dueño al 50 por ciento.

«La química entre el juez y el fiscal se ha roto. Eran íntimos y ahora parecen contrincantes», constató ya hace unos meses un abogado que los trata, después de que Castro imputara a la hija del entonces rey Juan Carlos y la citara a declarar.

Hasta la imputación de Cristina, el criterio de ambos había sido unánime en el caso de corrupción por el que han investigado a su marido, Iñaki Urdangarin.

A este lo acusan ambos de haberse apropiado de seis millones de euros de dinero público junto a su ex socio cuando estaban al frente del Instituto Nóos, una organización en teoría sin ánimo de lucro que firmó suculentos contratos con gobiernos regionales.

Afables y nerviosos ambos, en el tribunal no dejan que se escapen los acusados, tanto con retórica como con vehemencia. Juntos tuvieron al ex deportista declarando 22 horas la primera vez que fue llamado como imputado.

En febrero, cuando le llegó el turno a Cristina, fue distinto. El juez la tuvo más de cinco horas respondiendo a sus preguntas. El fiscal preguntó media hora y dejó claro su criterio de que no debería estar allí. Siempre ha asegurado que la infanta desconocía las actividades de su marido.

«Ha sido imputada por ser quien es», dijo el miércoles tras conocerse la decisión de Castro. Si hubiera sido otra persona, «ni se habría hablado de ella».

Ante una ciudadanía que según las encuestas cree mayoritariamente que hay razones para mandar a la infanta al banquillo, Horrach está recibiendo fuertes críticas frente a los halagos que recibe el juez.

Se ha puesto «en la parte del abogado defensor» de la infanta Cristina, lamentó Cayo Lara, el líder de Izquierda Unida (IU), la tercera fuerza parlamentaria de España.

Entre respeto y celebración

El procesamiento de Cristina de Borbón, hermana del rey Felipe VI de España, despertó  una cascada de reacciones en un país que esperaba con expectación la decisión final sobre ella del juez que investiga el escándalo de corrupción que sumió a la monarquía en una crisis de desprestigio.

Las reacciones se movieron entre el respeto a la decisión judicial, con la casa real a la cabeza de esta postura, y la celebración del procesamiento, pasando por quienes consideraron que la decisión del juez de Palma de Mallorca José Castro demuestra la igualdad ante la ley.

«Pleno respeto a la independencia del Poder Judicial», expresó la Casa del Rey, seis días después de la proclamación de Felipe VI. No hubo ni una palabra más por parte de la casa real, que la semana pasada excluyó a Cristina de todos los actos en torno a la abdicación del rey Juan Carlos I y la llegada al trono de su hijo.

El gobierno de Mariano Rajoy fue más allá y por boca de su ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, apuntó al efecto del recurso del procesamiento.

«Habrá que esperar a que se pronuncie la Audiencia de Palma», dijo, sobre la instancia superior que verá los recursos que presentarán la fiscalía y la defensa de la infanta y que ya el año pasado anuló una primera imputación de Cristina.

«El Estado de Derecho funciona», dijo por su parte el ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, que consideró que la decisión judicial demuestra que «la ley es igual para todos».

En términos similares se expresó el Partido Socialista (PSOE), el principal de la oposición española. «Todos somos iguales ante la ley», dijo su portavoz parlamentaria, Soraya Rodríguez, quien también expresó «el máximo respeto» a la decisión.

Quienes claramente celebraron el paso dado por el juez fueron los partidos republicanos.

«La justicia empieza a ser igual para todos, gracias a jueces como el juez Castro», celebró Cayo Lara, líder de Izquierda Unida (IU), la tercera fuerza parlamentaria de ámbito nacional. La formación republicana es una de las que estos días, tras la abdicación de Juan Carlos I, piden con más fuerza un referéndum sobre la monarquía.

Los independentistas catalanes de ERC hablaron de «buena noticia». «Durante años y años los miembros de la casa real ha gozado de una total impunidad», dijo su diputado Joan Tardá.

Cronología

El «caso Nóos», cuya instrucción concluyó hoy el juez procesando a la infanta Cristina y a su marido, Iñaki Urdangarin, hace temblar a la monarquía española desde hace más de tres años, cuando fue imputado el yerno de Juan Carlos I y cuñado del hoy rey Felipe VI. A continuación se detalla cronológicamente una serie de hitos en el caso.

1999
Se funda el Instituto Nóos, que hasta 2003 no registrará actividad alguna.

2003
Arranca la actividad del Instituto Nóos, que comienza a recibir encargos de administraciones públicas.

2004
El ex jugador de balonmano Urdangarin, marido de la infanta Cristina y duque de Palma, es nombrado administrador de Nóos. Su socio es Diego Torres, uno de los profesores que tuvo en un master de negocios que realizó tras dejar el deporte. La organización recibe encargos de los gobiernos regionales de las Islas Baleares y la Comunidad Valenciana, como la organización de congresos sobre la importancia de los eventos deportivos.

2005
Rumores sobre actividades ilícitas del Instituto Nóos.

14 de junio de 2006
Urdangarin deja el Instituto Nóos después de que el rey Juan Carlos le conmine a hacerlo, si bien para entonces ha montado ya con Torres un entramado de fundaciones y sociedades del que no se desvincula, según la investigación judicial.

2008
El juez José Castro y el fiscal Pedro Horrach comienzan la investigación del «caso Palma Arena», un complejo polideportivo cuyo coste se dobló desde la cantidad inicial de la licitación pública y que apunta a posibles acciones delictivas del entonces jefe del gobierno regional de Baleares, el ex ministro del PP Jaume Matas.

Verano de 2009
La infanta Cristina y Urdangarin se van a vivir a Washington, oficialmente por compromisos profesionales. Luego se sabrá que la casa real trató de apartar al duque de Nóos.

Junio de 2011
Diego Torres es imputado.

Noviembre de 2011
Una comisión judicial registra la sede del Instituto Nóos en Barcelona. El juez Castro sostiene que Urdangarin y Torres utilizaron presuntamente varias sociedades para «apoderarse de fondos públicos».

12 de diciembre de 2011
La casa del rey aparta a Urdangarin de la agenda oficial por un comportamiento «no ejemplar» y con él, de facto, a la infanta Cristina.

24 de diciembre de 2011
El rey Juan Carlos proclama que «la Justicia es igual para todos» en su discurso de Nochebuena.

29 de diciembre de 2011
Urdangarin es imputado.

25 y 26 de febrero de 2012
Urdangarin declara por primera vez ante el juez y, durante más de 22 horas, echa toda responsabilidad sobre su ex socio Torres y desvincula a la infanta Cristina.

Agosto de 2012
El matrimonio vuelve de Washington a Barcelona para preparar la defensa del ex jugador de balonmano.

30 de enero de 2013
El juez Castro fija una fianza conjunta de 8,1 millones de euros para Urdangarin y Torres.

23 de febrero de 2013
Urdangarin declara como imputado por segunda vez y desvincula a la casa real del caso de corrupción.

3 de abril de 2013
La infanta Cristina es imputada por el juez Castro, que la considera cómplice y cooperadora necesaria en los presuntos delitos cometidos por su marido.

7 de mayo de 2013
La Audiencia Provincial de las Islas Baleares anula la imputación de la hija del rey Juan Carlos, pero fija el camino al juez para imputarla por delito fiscal y blanqueo de dinero.

7 de enero de 2014
El juez Castro imputa a la infanta Cristina por esos cargos y la cita a declarar el 8 de marzo. Posteriormente adelantará la fecha en un mes, después de que la defensa –y con ella la fiscalía– renuncie a recurrir esta vez la imputación.

8 de febrero de 2014
La infanta Cristina se convierte en el primer miembro de la familia real en ser interrogado por un juez. Comparece durante siete horas ante Castro y se desvincula de la presunta trama de corrupción asegurando que «confiaba» en su marido.

25 de junio de 2014
El juez Castro cierra la instrucción del caso, procesando a la infanta Cristina y a su marido junto a otras 14 personas.

«Construye un andamiaje probatorio, con una falsa apariencia de solidez, para imputar a Doña Cristina de Borbón. Cuando se revisan los anclajes de dicha estructura se revela tal inconsistencia que una leve brisa lo desmorona».
Pedro Horrach
fiscal