Jhony Cruz: el arte como descubrimiento de sí mismo


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Siempre he creído que un pintor creativo no lo es porque pinte bonitos cuadros sino porque percibe, piensa y se expresa con imágenes, es decir con lenguaje visual. Así, la precocidad artística no se detectará simplemente por la presencia temprana de habilidades técnicas para el dibujo o el color sino más bien por la necesidad de expresarse articulada y significativamente a través de esos medios.

POR JUAN B. JUÁREZ

Jhony Cruz (Guatemala, 1990) ya no es un niño del que quepa hablar de precocidad, sino un joven que empieza a descubrirse a sí mismo en un mundo más complejo que el de la niñez, que lo atrae y lo asombra con sus misterios y maravillas al mismo tiempo que lo rechaza y lo atemoriza con su crueldad y brutalidad. Totalmente autodidacta, diríase que pinta por instinto, aunque sería más justo decir que es por el método de ensayo y error (pues también hace teatro y danza clásica) que busca el género artístico que más se adecue para canalizar sus necesidades expresivas, pero es la pintura, quizás por su accesibilidad técnica y material, donde por el momento es más notable la intensidad de sus expresiones, casi siempre espontáneas.

En el caso de sus pequeños y abundantes cuadros quizás sea prematuro hablar de sus logros formales. No lo es, sin embargo, hablar de la autenticidad de su búsqueda impaciente de formas en que quepa su asombro y su perplejidad, su juvenil entusiasmo vital y las angustias que acompañan el descubrimiento del propio ser que no logra acomodarse a las circunstancias del entorno. Jhony pinta casi compulsivamente, quizás para buscar su propio rostro entre la multitud, sin la fineza que da el oficio pero con la convicción que proviene de la angustia, la confusión y la desesperación, y que en su caso aflora en un gesto que estampa su impaciencia en una hoja en blanco.

Viendo algunas de sus pequeñas pinturas se podría decir que ese gesto no siempre acierta a expresar un sentimiento auténtico, que a veces sólo dibuja la forma convencional y hueca de un sentimiento provocado por la publicidad, la mala literatura o el romanticismo rosa de los adolescentes; sin embargo, las imágenes que sí surgen de esa fuerza inconsciente que viene de su interior son verdaderamente conmovedoras por la intensidad, la impaciencia y la brevedad con las que se resuelve en papel, en línea y color lo que empezó como gesto.

Desde mi dudoso papel de crítico de arte me gustaría decir que en Jhony Cruz descubrí un artista y creer que a partir de este artículo se le abrirán las puertas de las galerías y revistas; sin embargo, me conformo con el gesto de apoyarlo en este difícil y decisivo momento de su formación y su carrera. Quizás, si logra integrar el teatro y la danza en sus expresiones, lo que tendremos en el futuro no sea un pintor-poeta sino un vigoroso, lúcido y complejo artista conceptual.