Jesús y La Cuaresma


Jesús

Se sabe que por aquel tiempo existió un hombre sabio, llamado Jesús. Realizó grandes milagros, y fue maestro de aquellos que aceptaron con regocijo la Verdad.

Jorge Mario Diéguez Pilón., Cédula A 1, 103260, Guatemala.

Atrajo a judí­os y gentiles. Lo delataron los judí­os. Pilatos lo condenó a la crucifixión.

Apareció al tercer dí­a resucitado, tal como lo habí­an anunciado los profetas, y no sólo este sino mil otros hechos acerca de í‰l. A su alrededor, hoy, existen iglesias y agrupaciones de millones de cristianos, que profesan su fe y le siguen.

La llegada de Jesús a la Tierra fue anunciada cientos de años antes que naciera.

Las Escrituras predijeron su venida en las palabras de los profetas de Israel. Todos los detalles se cumplieron, incluyendo su nacimiento milagroso. Su vida sin pecado.

Sus milagros. Su muerte. Su resurrección.

La vida verdadera de Jesús son sus milagros. Las palabras profundas de fe que pronunció. Su muerte en la cruz. Su resurrección. Su ascensión al Cielo. No era un hombre común, ordinario. Jesús era más que eso, al haber proclamado: «Yo y el Padre somos uno». «El que me ha visto a mí­ ha visto al Padre». «Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino es por mí­».

Cristo vive hoy y fielmente bendice y enriquece a aquellos que confí­an en í‰l y le obedecen. Jesús llena el vací­o, en forma de Dios, en el corazón de cada ser humano.

Gracias por existir. Gracias y un millón de gracias por dejar que le amemos.

Cuaresma

La Cuaresma nos invita a prepararnos espiritualmente. Es el tiempo litúrgico de conversión, para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua, y que nos permite que Cristo entre en nuestro corazón, y nos reconciliemos con Dios, a través de proponernos cambiar nuestras actitudes negativas y de todo aquello que no agrade a Dios.

Esto es posible, si le hablamos por medio de la oración. í‰l nos conoce. Lo que importa es la actitud de nuestro corazón. Nuestra honestidad. Nuestro deseo que derrame sobre nosotros su amor eterno. í‰l es el Padre perfecto, el que perdona nuestros pecados.