El resucitado Jerry Brown, que parecía un cadáver político tras postularse infructuosamente tres veces a la candidatura demócrata a la Presidencia y ver cerradas las puertas del Senado, navega nuevamente la cresta de la ola como gobernador de California e inicia el último año de su mandato con la reelección casi segura gracias a varios éxitos políticos y un fuerte apoyo financiero.
Aumentos de impuestos aprobados por al electorado y un manejo cauteloso del presupuesto estatal pusieron fin a años de déficits e incluso permiten avizorar excedentes en el futuro.
Brown ha dejado en claro que se propone buscar la reelección y ya ha recaudado más de 15 millones de dólares con miras a una posible campaña, una suma muy superior a la de sus potenciales rivales republicanos.
«He estado en la cima y he estado en el fondo. Prefiero la cima», declaró Brown, de 75 años, durante una conferencia reciente organizada por la revista Atlantic. Aludía a encuestas que a comienzos de diciembre le daban una popularidad del 58% una y del 47% otra.
Brown encara una serie de retos delicados. Apoya la construcción de un tren de alta velocidad a un costo de 68.000 millones de dólares y el proyecto está perdiendo respaldo. Además, un juez dictaminó que, en su forma actual, el proyecto no satisface los lineamientos de la iniciativa aprobada por el electorado en el 2008.
Hay bastante oposición a la propuesta de construir dos grandes túneles para transportar agua del norte al sur de California con un costo de 24.000 millones de dólares. Y sus medidas para reformar las sentencias judiciales a fin de cumplir con el mandato de una corte federal sobre reducción de la población penitenciaria dieron munición a los republicanos para que pronostiquen un aumento en la delincuencia.
Ninguna de esas inquietudes, no obstante, haría peligrar su reelección.
Brown ha demostrado gran astucia política. En el 2012 convenció al electorado de que aprobase la Propuesta 30, que contemplaba un aumento temporal de los impuestos estatales a las ventas y las ganancias de los ricos. La recaudación de esos 6.000 millones de dólares adicionales ayudó a equilibrar el presupuesto del estado y le permitió sumar puntos separando más dinero para la educación.
Además tuvo la buena fortuna de asumir en momentos en que le economía del país iniciaba su lenta recuperación y luego de convencer al electorado de que aprobase una reforma a partir de la cual basta una mayoría simple, y no dos tercios de los votos, como antes, para aprobar un presupuesto. Los demócratas de Brown controlan la legislatura y pusieron fin a los estancamientos que caracterizaron la gestión de su predecesor, Arnold Schwarzenegger.
El tener dos tercios de las bancas en la Asamblea y en el Senado ayuda, pero también ayuda el que le economía nacional haya comenzado a salir del pozo, según Larry Gerston, profesor de ciencias políticas de la Universidad Estatal de San José.
«Cuando las cosas funcionan, el gobierno se atribuye un mérito desproporcionado. Y cuando no funcionan, lo culpan en forma desproporcionada. No se merece ni el crédito (por lo bueno) ni la responsabilidad (por lo malo)», sostuvo Gerston.
El panorama rosado que pinta Brown tal vez no refleje la realidad. Un estudio del Instituto de Políticas Públicas (Public Policy Institute) de California difundido en diciembre indicó que dos tercios de los californianos piensan que el estado sigue en una recesión y que se mantiene la brecha entre los que tienen y los que no.
El estado, por otro lado, conserva una enorme deuda, incluidos al menos 300.000 millones de dólares de pensiones y seguros médicos para los jubilados y unos 10.000 millones que le debe al gobierno nacional por el seguro de desempleo.
Los rivales de Brown seguramente tratarán de pintarlo como un representante del status quo que no ha hecho lo suficiente por cambiar la política de gastos del estado.
«¿Ha hecho algo en torno a las pensiones? No. ¿Ha hecho algo en torno a la educación? No. ¿Ha abordado el tema del crecimiento económico? No. Pero puede decir que hizo algunas cositas en todos estos terrenos y dedicarse a otras cosas», afirmó Neel Kashkari, un potencial rival republicano de Brown en las elecciones.
Bajo el gobierno de Brown se aumentó el sueldo mínimo por primera vez en años, el cual llegará de 10 dólares la hora en el 2016, y se reestructuró la fórmula de gastos en la educación, asignando más dinero a las escuelas con el mayor porcentaje de niños pobres o que están aprendiendo inglés.
Brown declinó varios pedidos de entrevista de la Associated Press.
Además de Kashkari, otras dos figuras asoman como posibles aspirantes a la candidatura republicana: el ex vicegobernador Abel Maldonado y el asambleísta Tim Donnelly, quien tiene el apoyo del tea party.
Las primarias de junio serán la primera votación en la que los dos candidatos que reciban más votos avanzarán a la elección general de noviembre, sin importar a qué partido pertenezcan.
Las encuestas indican que los posibles rivales de Brown son poco conocidos y no representarían una amenaza seria si decide postularse para un cuarto período.
Brown ya gobernó California durante dos períodos, entre 1975 y 1983. Decidió no buscar un tercer mandato y postularse para el Senado nacional, pero fue derrotado por Pete Wilson. También buscó sin éxito la candidatura demócrata a la presidencia en 1976, 1980 y 1992.
Daba la impresión de que su carrera política se había acabado, pero en 1999 se postuló a la alcaldía de Oakland, California, y ganó. Sirvió seis años y en el 2007 fue nombrado procurador general de California. En el 2011 coronó su retorno a la política al ser elegido nuevamente gobernador de California.