El revuelo que había levantado el anuncio de la visita de Jennifer López al norte de Chipre para inaugurar un hotel de lujo pudo con la paciencia y la voluntad de la cantante de origen puertorriqueño. Mientras los chipriotas griegos celebran, los que se sienten turcos se lamentan de la decisión de JLo de cancelar el concierto que iba a realizarse el próximo día 24 en la zona de conflicto de la isla.
Después de que López aceptó la invitación a la autoproclamada República Turca del Norte de Chipre, se armó en la isla un conflicto diplomático de proporciones, que desató la ira de miles de grecochipriotas, que consideraron una ofensa la visita de la artista a una zona reconocida solo por Turquía.
De hecho, abrieron una página en Facebook para pedir la cancelación y el Cyprus Action Network of America (CANA), un lobby grecochipriota en EE UU, publicó en Internet una durísima carta en la que declaraba que la cantante «se deja utilizar por los violadores de derechos humanos que lo que pretenden es satisfacer sus fines políticos».
La cantante, encima, pretendía celebrar con ese concierto su cumpleaños número 41, gesto que los grecochipriotas se tomaron aun peor. Sin embargo, las presiones lograron convencer a JLo, que ha decidido quedarse a pasar su aniversario en Estados Unidos. Ante ello, los habitantes del norte de Chipre, que esperaban a la diva de la canción con los brazos abiertos, se sienten traicionados y arguyen que la cancelación es parte de una campaña de los grecochipriotas para mantenerlos aislados.