Danny Jordaan, el jefe del Comité Local de Organización del Mundial de Sudáfrica, podrá permitirse una sonrisa el viernes en la ceremonia de apertura del Mundial.
Ex militante de la lucha contra el Apartheid, jugador y diputado, Jordan consagró más de un decenio en la preparación de este gran día, tras dos candidaturas del país africano para albergar la cita futbolística y, luego, supervisar los preparativos para el mayor evento deportivo mundial.
Gustará más su victoria, puesto que obtuvo el premio en circunstancias controvertidas.
Jordaan casi había tirado la toalla en julio de 2000, después de que el delegado de Nueva Zelanda desobedeciera las instrucciones de su país y se abstuviera en la votación para la adjudicación del Mundial de 2006, inclinando la balanza hacia Alemania.
«Cuando perdimos frente a Alemania, yo estaba vacío», relata. «Pero cuando regresamos, el apoyo incondicional de la gente que nos esperó en el aeropuerto, nos dio esperanzas», prosigue.
«Fue un viaje increíble, un viaje de esperanza, de desesperanza y de triunfo», resume este fiel del Congreso Nacional Africano (ANC, en el poder), partido que lucha contra el régimen segregacionista blanco que cayó en 1994.
Después de esta decisión, hace seis años, de confiar a Sudáfrica la organización del primer Mundial sobre el continente, Jordaan tuvo que enfrentarse a los prejuicios y a las críticas.
«Nos dijeron que no tendríamos la envergadura financiera», aseguró el viernes. «Dijeron que nadie compraría las entradas para este Mundial. Estaban equivocados: los equipos y los seguidores están llegando», continúa.
El ex sindicalista, mestizo de 59 años, ha defendido el derecho de los trabajadores a la huelga para obtener las mejores condiciones de trabajo.
Pero también se alineó con la FIFA desde que demandó miles de millones de rands en las enormes inversiones en infraestructura con un futuro incierto, mientras que el 43% de la población vive por debajo del umbral de pobreza.
Para él, este Mundial es una revancha, una manera de mostrar al mundo que los africanos pueden forzar el destino.
Cuando tenía 16 años, el edificio donde vivía con su familia fue destruido por las excavadoras del régimen que quería el barrio para los blancos. Su escuela también ha sido demolida.
Sin embargo, Jordaan pudo estudiar en la universidad, donde la Conciencia Negro Movimiento de Steve Biko lo llevó a la política.
En 1990, año de Nelson Mandela fue liberado de las cárceles del Apartheid, Jordaan fue nombrado presidente de la formación del ANC en Port Elizabeth.
Cuatro años más tarde, accedió al Parlamento en las primeras elecciones democráticas que Mandela ganó.
Se tenía que quedar una legislatura y es en las filas de la Asociación Africana de fútbol del Sur (Safa), ahora multirracial, que el jugador de fútbol modesto haría carrera.
Lo que haga después del Mundial, pasará por un deporte y un ífrica que adora. Como él dijo a la AFP: «El fútbol es esperanza, alegría, éxito y el progreso para tantas personas en este continente.»