El jefe del ejército de Egipto, Abdul Fatá El Sisi, que encabezó el golpe del año pasado en el que fue derrocado el presidente islamista, avanzó hoy hacia una postulación para el máximo cargo del país, al ser ascendido al rango más alto dentro del ejército y reunirse con los principales comandantes a fin de discutir una posible candidatura presidencial.
Si se postula a las elecciones previstas para abril El Sisi, posiblemente arrasaría en las urnas por su popularidad en un sector importante de la ciudadanía, la falta de alternativas, el apoyo casi total de la prensa y el fuerte entorno de intimidación contra cualquier crítica hacia el militar en el país.
Los principales generales de Egipto han apoyado la candidatura presidencial de el-Sissi, de acuerdo con la agencia noticiosa oficial MENA.
El anuncio de El Sisi de su candidatura podría tardar «algunas horas», después de que el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas «le delegó por unanimidad» postularse para los comicios presidenciales, durante una reunión efectuada el lunes y que duró varias horas, según Mena.
El presidente interino Adly Mansur ascendió a El Sisi a mariscal, el rango militar más alto, al parecer un honor antes de que dimita de las fuerzas armadas como requiere la ley para que pueda ser candidato.
Durante el fin de semana se efectuaron grandes manifestaciones para solicitar la candidatura de El Sisi, en una exhibición de apoyo notoriamente organizada por partidarios de los militares.
Al mismo tiempo, las fuerzas de seguridad reprimían a islamistas que exigían la reinstalación del derrocado presidente Mohamed Morsi; en la refriega murieron casi 50 manifestantes, una señal de la violencia derivada de las divisiones en el país.
Una candidatura de El Sisi supondría un nuevo giro en la actual ola de agitación en Egipto, que comenzó con la revuelta de 2011 en la que fue derrocado el gobernante autocrático Hosni Mubarak con la expectativa de que se instaurara un gobierno civil, se emprendieran reformas y se ampliara la democracia. Mubarak es un militar veterano que gobernó Egipto durante casi 30 años.
Las elecciones que siguieron a la salida de Mubarak fueron las más libres que se hayan efectuado en el país y mediante ellas ascendieron al poder los islamistas y Morsi como presidente; pero una gran parte de la población le dio la espalda al acusar a la Hermandad Musulmana de Morsi de hacer lo posible para monopolizar el poder.
Ante las protestas multitudinarias, El Sisi depuso a Morsi el 3 de julio.
Desde entonces, el país ha sido escenario de una oleada de fervor nacionalista a favor de los militares y de un regreso a la prominencia de las agencias de seguridad que durante el gobierno de Mubarak e incluso después eran sujeto del rechazo generalizado por la comisión de abusos del poder.
La policía ha reprimido con violencia a la Hermandad Musulmana, ha arrestado a miles de los miembros de esa organización y dado muerte a centenares de ellos.
La severa represión que han ejercido las fuerzas de seguridad, el encarcelamiento de activistas y la intimidación de los críticos han suscitado temores entre algunos sectores hacia el regreso de la policía estatal de Egipto.
El Sisi, que tenía el rango de general antes de su ascenso del lunes y además es ministro de Defensa, no ha anunciado sus intenciones políticas.
El presidente interino Mansur otorgó a el-Sissi el ascenso al rango de mariscal en un preludio de la salida de éste del mando militar.
De acuerdo a las leyes actuales, un miembro activo de las fuerzas armadas no puede postularse a la presidencia.