El realizador Jean-Luc Godard, uno de los creadores hace medio siglo del movimiento cinematográfico francés conocido como la Nouvelle Vague (la Nueva Ola) festeja hoy sus 80 años en su pueblo suizo de Rolle, mientras sus películas siguen inspirando a directores del mundo entero, de Almodóvar a Tarantino.
Con su rostro algo severo, mal afeitado y vestido con el mismo abrigo desde hace 20 años, Godard finge esconderse en el cantón de Vaud, pero en realidad nunca ha dejado de trabajar y su obra reaparece con frecuencia en primera plana de la actualidad cinematográfica mundial.
En mayo pasado figuraba aún en el programa del festival de Cannes con la presentación de su último largometraje «Film Socialisme».
A fines de noviembre Hollywood le rindió homenaje al otorgarle un Oscar de honor por el conjunto de su carrera, caracterizada por películas como «A bout de souffle» (Sin aliento) con Jean Seberg y Jean-Paul Belmondo, «Le mepris» (El desprecio) con Brigitte Bardot o «Alphaville», con su ex compañera Anna Karina.
El ermitaño de Rolle se negó a viajar a Cannes y a Hollywood, conforme a sus decisiones políticas que lo condujeron, desde 1968 y su minirrevolución en las escalinatas del Palacio de los Festivales de Cannes, por fuera de las doradas alamedas del sistema.
Godard, como toda la banda de la Nouvelle Vague, fue primero crítico en la mítica revista «Cahiers du cinéma», junto a otras grandes figuras de ese movimiento cinematográfico, entre ellos Franí§ois Truffaut y Claude Chabrol, este último recientemente fallecido.
En esos años 50 reinaba «un extraordinario amor por los filmes y un espíritu de rebelión contra la impresión de conformismo que dejaba el cine francés», explica uno de los ex directores de la revista, Jean-Michel Frodon, quien acaba de publicar una «Historia del cine francés, de la Nouvelle vague a nuestros días».
Tras pasar detrás de las cámaras, Godard reinventó un lenguaje cinematográfico que sigue inspirando a cineastas tan diferentes como David Lynch, Pedro Almodóvar, Quentin Tarantino, Gus van Sant o Mathieu Amalric, añade.
«En la actualidad, no se puede hablar más de 20 minutos con David Lynch sin que mencione a Godard. O con David Cronenberg, Gus van Sant, Jim Jarmusch. En Brasil, Japón o China todos los cineastas explican que el trabajo de Godard les ayuda a reflexionar en su propio trabajo», añade Jean-Michel Frodon.
Desde que filmó las nalgas de Brigitte Bardot en «Le Mepris», la cámara ha cambiado de punto de vista sobre los cuerpos mostrados en el cine.
Godard, que detesta los homenajes, se reirá sin duda al ver a los especialistas en la Nouvelle Vague comparar su aporte al cine con el de Picasso a la pintura.
«En los años 60 Godard es como Picasso: son los dos artistas más célebres del mundo entero junto, tal vez, a Bob Dylan. No se tiene idea ahora de lo que él representaba en el imaginario del mundo occidental, en Estados Unidos, en Europa, en Japón… era la estrella de su generación», asegura Jean-Michel Frodon.
Jean-Luc Godard, que adquirió la nacionalidad suiza a la edad de 21 años, dice que se decidió a instalarse en la población de Rolle hace 30 años con su compañera Anne-Marie Mieville, porque es un lugar «cualquiera».
«La gente lo deja tranquilo. El tiene sus costumbres, pasea a su perro, va al café en la calle principal, compra su periódico, sus cigarros. Es alguien muy simple», lo describe Frodon.