Japoneses se alistan para cambio histórico


Ichiro Ozawa (C) del Partido Demócrata en su discurso de campaña electoral, dos dí­as antes de las elecciones generales en Japón.

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<p>Los japoneses están convocados a las urnas el domingo para unas elecciones legislativas históricas en las que la oposición centrista podrí­a acabar con medio siglo de gobierno conservador en la segunda economí­a del mundo.</p>
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Pero más allá de esta alternancia polí­tica, lo que pide la mayorí­a de los japoneses, preocupados por el aumento del desempleo, la precariedad, el descenso demográfico y el envejecimiento de la población, es un cambio social.

El Partido Demócrata de Japón (PDJ, centrista), principal grupo opositor dirigido por Yukio Hatoyama, de 62 años, parece haberlo comprendido muy bien. Su eslogan «una polí­tica al servicio de la vida de la gente» acierta en la diana, según los sondeos, que prevén una victoria abrumadora del PDJ en las legislativas frente al Partido Liberal Demócrata (PLD, derecha), del primer ministro Taro Aso.

Es cierto que el programa de la oposición tiene propuestas atractivas, como subsidios familiares, enseñanza gratuita, ayudas para los desempleados, jubilación mí­nima, limitación del trabajo precario, abolición de los peajes en carretera… Este programa generoso -incluso demasiado, según algunos economistas- parece seducir a un electorado reticente al cambio. Y eso que el PDJ es un movimiento heteróclito que tendrá que salvar sus divergencias internas para gobernar.

En el campo opuesto, Aso, de 68 años y presidente del PLD, se presenta como un dirigente responsable y con experiencia que actúa en vez de perder tiempo con palabras. «No voten por un gobierno, sino por una polí­tica», repetí­a en sus discursos, atribuyéndose los méritos de una reactivación del crecimiento tras cuatro trimestres de recesión.

Pero hoy, el gobierno anunciaba datos preocupantes: la tasa de desempleo alcanzó en julio el nivel récord del 5,7% y la deflación empeoró.

Artí­fice del «milagro económico» que convirtió Japón en la segunda potencia económica del mundo, el PLD ha conseguido mantenerse en el poder desde 1955 -con una breve interrupción de diez meses en los años 1990- apoyándose en los grandes empresarios y la todopoderosa burocracia estatal para forjar lo que se ha dado en llamar «el triángulo de hierro».

Esta situación de partido hegemónico, inédita en las grandes democracias, parece haber tocado a su fin. El PLD paga las consecuencias de las reformas liberales del ex primer ministro Junichiro Koizumi (2001-2006), que agravaron las desigualdades y aceleraron el declive del partido conservador.

Según diversas encuestas, los Demócratas podrí­an acaparar unos 300 escaños de los 480 de la Cámara de los Diputados, o incluso una mayorí­a de dos tercios. Una excelente revancha para un partido que hace cuatro años obtuvo sólo 112 diputados frente a los 334 del PLD y de su aliado, el Nuevo Komeito (budista).

Si gana el PDJ, Hatoyama, heredero de una rica dinastí­a polí­tica comparada a menudo con los Kennedy, serí­a elegido primer ministro por la Cámara Baja salida de las urnas y formarí­a gobierno.

Se ha comprometido a constituir una coalición con otros partidos opositores, en particular el Partido Socialdemócrata (ex socialistas) y el Nuevo Partido del Pueblo (derecha), sus aliados en el Senado, con los que ganó las elecciones de 2007 en la Cámara Alta. Una posibilidad que hace las delicias de los conservadores del PDL, dispuestos ya a reconquistar el poder, empezando por las elecciones al Senado del próximo verano.