El gobierno de Japón anunció el viernes un paquete de más de 100.000 millones de dólares para estimular la actividad económica, golpeada por la mayor inflación en una década.
El plan incluye medidas para ayudar a los consumidores, las empresas y los campesinos a enfrentar los elevados precios del combustible y la crisis crediticia.
Las medidas vinculadas al crédito representan gran parte del paquete de 11,7 billones de yenes (107.000 millones de dólares o unos 72.000 millones de euros), y se prevé que el aumento del gasto estatal ronde los 2 billones de yenes. El gobierno también estudiará recortar los impuestos sobre los ingresos.
«Este paquete (…) busca sostener de manera continua la economía japonesa, así como la calidad de vida de la gente», dijo el ministro de Economía, Kaoru Yosano, en una conferencia de prensa.
El anuncio tuvo lugar horas después de que cifras oficiales señalaran que la inflación de Japón saltó a 2,4% interanual en julio, contra un 1,9% el mes anterior, a raíz de los crecientes precios de la energía y las materias primas.
Japón ha estado sumido en una espiral deflacionaria durante años, pero el retorno de la inflación ha despertado temor, ya que es impulsado únicamente por crecientes costos de importación, en vez de por una economía doméstica más fuerte.
El temor es que el alza de los precios afecte el ya débil gasto de los consumidores, que cayó un 0,5% en julio en relación al año anterior, en baja por quinto mes consecutivo.
La inflación «está deprimiendo la moral de los consumidores», dijo Hiroshi Shiraishi, economista de Lehman Brothers. «La gente aún está habituada a la deflación y ahora están comenzando a ver subir fuertemente los precios de los productos que necesitan a diario», añadió.
El gobierno ha recibido llamados de algunos políticos de la coalición gubernamental a inyectar más dinero público en la economía, que se contrajo un 0,6% en el segundo trimestre en relación al trimestre anterior, agitando el fantasma de una recesión que sería la primera en seis años.
Técnicamente, una recesión se define como dos trimestres consecutivos de crecimiento nulo o negativo.
Pero los ministros también han destacado la necesidad de sanear las finanzas del país, repleto de deudas, y dijeron que esperan evitar emitir nuevos bonos para financiar el plan de estímulo.
El primer ministro, Yasuo Fukuda, ordenó el paquete como parte de una serie de esfuerzos para revertir una caída en sus niveles de popularidad, a un año de las elecciones de septiembre de 2009.
Pero los expertos dudan de que el paquete tenga un impacto significativo en la economía.
«El paquete puede lograr apagar algunas de las llamas causadas por los elevados precios, pero es improbable que extinga el origen del fuego», estimó Katsuhiro Hachiya, un economista del Instituto de Investigación de Japón.
«Lo que la economía japonesa necesita no son medidas improvisadas sino acciones para cambiar drásticamente la estructura económica para que Japón pueda sobrevivir a las circunstancias rápidamente cambiantes de la economía mundial», agregó.
Las últimas cifras económicas no son del todo sombrías.
La tasa de desempleo cayó a 4% en julio, contra 4,1% el mes previo, mientras la producción industrial subió inesperadamente un 0,9%.
Se prevé que la producción caiga un 2,9% en agosto pero suba a 3,4% en septiembre, dijo el gobierno, basándose en un sondeo de industriales.
Hasta hace poco, la economía de Japón, la segunda del mundo, todavía se recuperaba de una depresión que duró más de una década.
Una contracción del Producto Interno Bruto (PIB) en el segundo trimestre de este año ha dejado al país al borde de su primera recesión en seis años, pese a que una mayoría de analistas espera evitar una contracción larga o pronunciada.