Japón estudia volver a instaurar en las escuelas el castigo físico, que fue prohibido tras la Segunda Guerra Mundial, para mantener a raya a los estudiantes más rebeldes y proteger a los profesores.
La propuesta, emitida por un grupo de expertos gubernamental en un informe interno, fue acogida favorablemente por el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, que ha hecho de la reforma del sistema educativo una de sus prioridades.
El gobierno señaló sin embargo que no tiene la intención de tolerar el castigo con varas de mimbre, ni cualquier tipo de represalia corporal severa.
«Golpear o dar una patada no debería ser tolerado como parte del castigo físico», indicó Masaharu Kuba, miembro del grupo de expertos que realizó el informe.
«Se trataría de poner de pie en el pasillo a los estudiantes rebeldes o darles una leve colleja», precisó a la AFP.
«No es como los castigos severos aplicados en las escuelas japonesas durante la Segunda Guerra Mundial, cuando algunos profesores eran militaristas», arguyó.
Tras la derrota en la Segunda Guerra Mundial, Japón prohibió el castigo físico en las escuelas.
A finales de la década de los 90, Japón introdujo el concepto de «educación relajada», ya que se temía que los estudiantes pasaran tiempo excesivo memorizando contenidos para responder a un examen y se desestimara una enseñanza que fomentara el valor de pensar por sí mismo.
El grupo de expertos, liderado por el Premio Nobel de Química Ryoji Noyori, también recomendó un aumento de las horas escolares, según el informe, de momento no oficial.
A finales de marzo el grupo emitirá sus recomendaciones finales.
Kuba indicó que las medidas tienen el objetivo de atajar los problemas creados por la violencia y la rebeldía en las escuelas.
«En nuestra época los niños creen que como el castigo físico está prohibido, tienen el poder de intimidar y lastimar a los profesores», agregó.
«Actualmente los profesores son quienes sufren intimidaciones por parte de los estudiantes, y es erróneo que los profesores no puedan controlar a los niños», subrayó.
El primer ministro japonés logró aprobar en noviembre una importante reforma de la educación que instaura en particular la enseñanza del patriotismo en las escuelas, iniciativa controvertida en un país en que el tema es tabú desde la derrota de 1945.