Un espía llega a una playa, se quita el traje de goma debajo del cual lleva un esmoquin impecable y se va al casino cercano. Pero no es una novela de James Bond, sino la verdadera vida de los agentes de los servicios secretos británicos según un nuevo libro sobre el MI6.
Por primera vez, la agencia de inteligencia exterior británica autorizó la publicación de un libro a partir de sus archivos, desde su creación en 1909 y hasta 1949. El resultado es una obra de 800 páginas titulada «MI6», firmada por el historiador Keith Jeffery, que nos sumerge en un mundo que nada tiene que envidiar al del agente ficticio salido de la pluma de Ian Fleming.
«Los verdaderos James Bond son en realidad más interesantes que los de ficción», estimó Jeffery en una entrevista con la AFP. «Lo que llama sobre todo la atención cuando uno lee estos archivos es que la gente se encontraba en situaciones muy peligrosas y algunos pagaban con sus vidas».
Los orígenes del MI6 fueron sin embargo modestos. Mansfield Cumming, su primer jefe conocido únicamente como «C», describía así su primer día de trabajo, el 7 de octubre de 1909: «He ido a la oficina y me he quedado todo el día. Pero no he visto a nadie y tampoco había nada que hacer».
Como disponía de medios escasos, el servicio debía a menudo recurrir a métodos inéditos. «He escuchado decir a C que el esperma es la mejor tinta invisible», escribió en 1915 un responsable relatando experiencias con resultados sorprendentes.
El esperma sigue siendo invisible, incluso bajo el vapor de yodo, se felicitaba un investigador del MI6, quien más tarde fue trasladado a raíz de burlas de sus compañeros sobre el origen de la «tinta».
A otro agente se le rogó que no almacenara «tinta» en una botella sino que usara esperma fresco «para cada carta», después de que sus colegas se quejaran del «olor pestilente» que desprendían sus cartas escritas con un «producto» rancio.
El agente Bill «Biffy» Dunderdale, un amigo de Ian Fleming, tenía más glamour: su éxito entre las mujeres y su pasión por los automóviles habrían inspirado el personaje de James Bond.
Más de un agente se encontró en situaciones que alimentaron las novelas de OO7. En la Segunda Guerra Mundial, Pieter Tazelaar aterrizó en una playa de Holanda, entonces ocupada por el ejército alemán, «en traje de gala completo debajo de su traje de submarinista concebido para mantenerle totalmente seco», escribió Jeffery.
A fin de que pareciera más real, su compañero Erik Hazelhoff roció el esmoquin con unas gotas de coñac Hennessy XO para reforzar su «imagen de juerguista».
Otro agente, Dudley Clarke, eligió un traje menos convencional. Fue detenido en Madrid en 1941 con un disfraz de mujer, «hasta el sujetador», informó entonces la embajada británica.
Pero James Bond sigue siendo un personaje de ficción, recuerda el historiador, que califica de «mito» la existencia de una «licencia para matar» como la que tiene el superagente 007. El MI6 sólo estuvo implicado en ese periodo en sólo dos asesinatos ilegales, precisó el autor.