Eduardo Blandón
Aunque pueda parecer elemental, la presente obra de Jacques Le Goff es apropiada para una introducción a la Edad Media. Siendo que no muchos son peritos en el tema, el libro cobra valor como un medio para aproximarnos a un período en que, aunque no lo queramos, es fundamental en el desarrollo de la humanidad.

Admitámoslo, es un período mal afamado. La llamaron «edad oscura», «periodo decadente», «tiempo de cristiandad» y con ello nada positivo se insinuaba. Todo esto trajo la mala conciencia de que lo mejor que se podía hacer con la Edad Media era echarla al olvido, ser indiferentes y poner los ojos siempre hacia adelante. Los iluministas se encargaron de dinamitar la reputación de ese período.
Pero nada de ello debe hacernos capitular ni dejarnos tomar el pelo por filósofos «sui generis» del siglo XVIII. Debemos acercarnos a la Edad Media y tomarle el puso, examinarla y alejarnos de cualquier prejuicio o contaminación para construir nuestro propio conocimiento. Ese es el trabajo de Le Goff, tratar de darnos luces para un examen más abstraído de lo que se ha dicho hasta ahora.
El libro se divide en ocho capítulos, a saber: 1. La Edad Media; 2. Los caballeros, la Dama y la Virgen María; 3. Castillos y catedrales; 4. La gente de la Edad Media; 5. Los poderosos; 6. La religión y la unidad de Europa; 7. El imaginario religioso de la Edad Media y, 8. La cultura.
La redacción de la obra es peculiar porque el contenido es presentado en forma de cuestionario. Esto es, hay preguntas y respuestas en torno a los grandes temas sin tratar de ser demasiado exhaustivo. Todo expresado con un lenguaje accesible a los jóvenes, sin mayor discusión en temas espinosos y complejos. Hay fotografías que también ayudan al imaginario mental respecto a esa época.
Según Le Goff, la Edad Media duró unos mil años y va del año 500 (más o menos) al 1500 después de Cristo, por supuesto. El inicio coincide con la expulsión de Roma del último emperador, en el 476. Para el autor, esos años fueron de muchas convulsiones, particularmente por la invasión de los bárbaros, el decaimiento de la unidad del imperio y la expansión del cristianismo.
El medievalista advierte al lector respecto al cuidado que debe tenerse de la «historia tradicional», la de algunos historiadores «oficiales», porque mucha de ella está fundada en leyendas. Leyenda es, por ejemplo, la conversión de Constantino, la de Clodoveo y también el registro de muchas fantasías respecto a la vida de santos. La historia debe leerse, anota, con mucho espíritu crítico.
Pero, ¿de dónde viene el término Edad Media? í‰l lo explica de la siguiente manera: «Sobre todo en el siglo XVIII -el siglo de la Ilustración- se produjo una corriente de desprecio hacia los hombres y la civilización de la Edad Media. La imagen dominante era la de un período oscurantista, en el que la fe en Dios aplastaba la razón de los hombres. En tiempo de los humanistas o en la época de la Ilustración, no se percibía la grandeza y la belleza de esos siglos».
Para Le Goff, de no haber sido por los Románticos, la humanidad se habría quedado con la mala reputación de la Edad Media. Pero en este período existió una especie de melancolía por el pasado, también lo medieval, lo clásico. El romanticismo supo valorar lo bello que también existió, alabó sus virtudes e intentó su recuperación.
Lo que el autor trata de dejar claro es que si bien la Edad Media no fue un período dorado tampoco fue el acabose. Para Le Goff existieron cosas salvables, bellas y de bastante valor, pero también cosas «oscuras». Sobre lo feo, dice, están los señores que oprimían a los campesinos, la intolerancia de la Iglesia, la Inquisición, las hambrunas, los pobres y hasta los miedos que vivía la población: al mar, los bosques… y al Diablo.
Sobre lo positivo, él lo describe de la siguiente manera: «también existe la bonita Edad Media, que sigue presente especialmente en el embeleso de los niños: ante los caballeros, los castillos, los catedrales, el arte romántico y el arte gótico, el color (por ejemplo, de las vidrieras) y la fiesta. Se suele olvidar con excesiva frecuencia que en la Edad Media las mujeres, aunque siguieran desempeñando un papel inferior al de los hombres, adquirieron o conquistaron un rango más justo, más igualitario, más prestigioso en el seno de la sociedad (…) Además, ¡la Edad Media fue el momento del nacimiento de Europa!».
¿Cómo era el imaginario religioso en la Edad Media? Cómo se sabe, es el período de la cristiandad y la Iglesia permea todas las instituciones de la sociedad. El hombre medieval era religioso aunque no debe excluirse formas manifiestas u ocultas de increencias. En términos generales, sin embargo, todo gira en torno a lo religioso: las fiestas, lo político, la educación, la literatura, la filosofía, etc.
Según Le Goff, se pensaba que el cielo estaba habitado no sólo por Dios y la Virgen María, sino también por seres sobrenaturales, unos buenos y otros malos. Entre los buenos estaban los ángeles y los santos. Entre los malos, los demonios y Satanás o Belcebú. Los demonios descendían a la tierra para seducir a los hombres y arrastrarlos al pecado. Por esto, la Iglesia advierte al cristiano de que debe mantenerse alerta, preocupado por las acechanzas del mal.
El miedo al diablo y a los demonios, dice el autor, era grande, pero lo era todavía más el miedo al infierno. Aunque esto no debe hacernos creer que el hombre medieval era triste. No es cierto, dice Le Goff, la gente disfrutaba de la alegría y la felicidad y no ignoraban los placeres más terrenales. También, con todo, podía inspirar terror la naturaleza, principalmente los bosques y el mar.
Hay mucho qué decir de la Edad Media, pero dejo hasta aquí el comentario para que el lector se decida y salga de la curiosidad respecto a esa época. El libro lo puede adquirir (o solicitar) en Librería Loyola.