Jacques Brel, una gran voz en francés


Una guitarra, de la colección privada de Jacques Brel, es subastada en Parí­s, treinta años después de la muerte de éste. Se estima que la subasta puede alcanzar casi el medio millón de euros.

Desde Frank Sinatra hasta Nina Simone, pasando por David Bowie, Joan Manuel Serrat, Paco Ibáñez o Loquillo, todos interpretaron canciones del cantautor belga Jacques Brel, de cuya muerte se cumplen 30 años ayer en medio de una polémica subasta en Parí­s.


«Ne me quitte pas», «Amsterdam» o «Ces gens-lí » fueron algunas de las canciones de Brel que terminaron convirtiéndose en monumentos de la canción en francés, cuyos textos siguen impactando por su fuerza.

Jacques Brel, fallecido el 9 de octubre de 1978 a los 49 años de edad en las afueras de Parí­s, ví­ctima de un cáncer de pulmón, marcó su época y las posteriores.

«Ne me quitte pas» entró también en la leyenda de la canción anglófona bajo el tí­tulo «If you go away», que interpretaron Frank Sinatra, Nina Simone, Dusty Springfield o Shirley Bassey.

Pero también fue interpretada en escena por artistas españoles como Paco Ibáñez. Hace unos años, el catalán Joan Manuel Serrat cantó «Les vieux» durante un homenaje a Brel en Barcelona, en el que Loquillo puso voz a «Con elegancia», un poema que no tení­a música.

Y el británico David Bowie hizo su versión de «Amsterdam».

Fue justamente el manuscrito de esa canción la pieza principal de una polémica subasta celebrada el miércoles en Sotheby»s Parí­s, donde fue vendido por 110.000 euros (90.000 dólares).

Manuscritos, guitarras, discos, fotografí­as, afiches y grabaciones formaron parte de los 95 lotes pertenecientes al artista que se vendieron por 1,27 millones de euros contra una estimación inicial de hasta 470.000 euros.

La subasta habí­a sido denunciada por su viuda, Therese, conocida como «Miche», por entender que esos objetos «son un patrimonio».

«Eso no se vende. Es una pena y es un poco vergonzoso», habí­a afirmado Miche a la radio francesa France Info.

Brel murió en la periferia de Parí­s un año después de haber vuelto, por consejo de sus médicos, de las Islas Marquesas, en la Polinesia francesa, donde se instaló en 1967 tras poner fin a su carrera.

Pero el misterio que rodeaba su vida en Las Marquesas siguió despertando una gran curiosidad entre sus seguidores. En el otoño (boreal) de 1977, después de 11 años de silencio discográfico, salí­a a la venta su álbum «Les Marquises».

Nacido el 8 de abril de 1929 en Schaerbeek (Bélgica), Brel, cuyo nombre verdadero era Jacques Romain Georges Brel, se crió en el seno de la burguesí­a y a los veinte años abandonó la empresa familiar de cartones para probar suerte en los cabarets.

En 1952 debutó en La rose noire y luego grabó su primer disco, aunque sin demasiado éxito.

Pese a que algunos crí­ticos afirmaban que aunque «escribe canciones hermosas, lo lamentable es que insiste en interpretarlas», Brel no se detuvo y en 1956 logró su primer éxito con «Quand on n»a que l»amour».

En 1959 sacó un disco en el que figuran tres clásicos: «Ne me quitte pas», «La valse í  mille temps» y «Los Flamandes».

En los años 1960 Brel pasó casi todo su tiempo en el escenario.

Nunca accedió a la tradición de los bises porque lo consideraba demagógico. Aunque una vez, en Moscú, transgredió su propia regla para que el público no se lo tomara como una ofensa.

Dejó los escenarios en 1966.

Apasionado por los barcos y los aviones, Brel también hizo cine y teatro. Fue el 4 de octubre de 1968 cuando subió en Bruselas al escenario para convertirse en Don Quijote en «El hombre de La Mancha», un espectáculo musical que luego llevó a Parí­s.

En 1974, los médicos le diagnosticaron un cáncer, del que murió al cabo de cuatro años en Francia, su «nación espiritual». Sus restos descansan en el cementerio de Atuona (Hiva Oa), en el archipiélago de Las Marquesas, no lejos de la tumba de Paul Gauguin.