Jackie Kennedy, como no se conocí­a


El libro

Cuando la mayorí­a de la gente piensa en Jacqueline Kennedy Onassis, recuerda a la primera dama perfectamente acicalada con un elegante vestido suelto, un collar de perlas y un sombrerito sin alas propio de principios de la década de 1960, o a la Jackie del decenio siguiente como la viuda rica con gafas de sol que la protegí­an del mundo.


Es muy posible que no se piense en una mujer trabajadora de mediana edad que saca personalmente fotocopias, que hace fila para hablar con el jefe o que se sienta con las piernas cruzadas en el piso mientras ordena fotografí­as y fuma cigarrillos.

De hecho éste fue el tercer acto en la vida de Jackie, la Jackie que entró al mundo laboral a sus cuarenta y tantos años y pasó casi dos décadas como editora de libros. Por lo que se dice, fue uno de los perí­odos de su vida más satisfactorios.

«No hizo esto solamente por tener un trabajo», considera Bruce Tracy, ex colega en la casa editorial Doubleday. «Ella adoraba esto. El algo que le apasionaba».

De pronto, en un lapso escaso de un mes, dos nuevos libros ahondan en esta parte poco conocida de la vida de Jackie, y ofrecen a los lectores un sesgo diferente de la mujer que ha fascinado a los estadounidenses como nadie más en su historia.

«La gente piensa en la ropa de Jackie, en sus matrimonios, quizá su decoración de la Casa Blanca», dice el historiador William Kuhn, autor de «Reading Jackie: Her Autobiography in Books», publicado en diciembre. «Pero su carrera editorial fue más larga que sus dos matrimonios combinados. Dice más sobre quién era como persona, porque esto es algo que sí­ escogió hacer».

Por supuesto, no necesitaba el trabajo. Kuhn señala cómo las mujeres de la generación de Jackie se les enseñó a ser grandes esposas y grandes madres, por lo cual sorprende más que decidiera aprender una nueva carrera en un momento relativamente tardí­o de su vida. «Esto habla de un tipo de feminismo callado que tuvieron ella y otras mujeres de su generación», estima.

Jackie tení­a 46 años cuando fue contratada por Thomas Guinzburg en Viking Press, no mucho tiempo después de la muerte de su marido Aristóteles Onassis en 1975. Evidentemente Viking la querí­a por su nombre.

Su primeros trabajos %u2014estuvo sólo dos años allí­ para luego ingresar a Doubleday%u2014 fueron un proceso de aprendizaje. Pero su productividad aumentó de manera vertiginosa al paso de los años. «Sí­, algo de esto fue manejado por Jackie», indica Kuhn, cuyo libro es publicado por la misma Doubleday. «Pero el hecho es que amasó una lista de libros que hoy asombra a profesionales editoriales».

Esa lista comprende libros sobre todo, de arte a historia europea y estadounidense pasando por fotografí­a, moda y hasta religión. Incluye obras infantiles de Carly Simon, y la autobiografí­a «Moonwalk» de Michael Jackson. Trabajó sobre una trilogí­a del autor egipcio Naguib Mahfouz, varios libros de Bill Moyers y una serie de ejemplares con diseños de Tiffany.

Y también está allí­ su bien documentado amor por la danza, particularmente el ballet, que llevó al éxito de ventas «Dancing on My Grave», de la ballerina Gelsey Kirkland y su esposo, el escritor Greg Lawrence.

Al trabajar con ella sobre el libro, un relato de cómo Kirkland terminó adicta a las drogas, fue «una lección de humildad», dice Lawrence, que en enero publica «Jackie as Editor: The Literary Life of Jacqueline Kennedy Onassis» (Thomas Dunne Books/St. Martin»s Press).

Lawrence recuerda cómo, en un almuerzo con la pareja, Jackie estalló en lágrimas con su narración y dijo: «Â¡Quiero hacer este libro!»

Para muchos es también sorprendente cuán rápido se sacudió la seducción de la celebridad, al comer emparedados en su escritorio, esperar nerviosa en los corredores para ver al jefe, siempre recibiendo a sus visitantes y haciendo sus propias llamadas telefónicas.

Mike D»Orso lo supo y lo comprobó. Cuando era periodista del diario The Virginian-Pilot, su teléfono sonó y la interlocutora dijo: «Hola, soy Jacqueline Onassis».

«Sí­, claro», dijo D»Orso sonriendo, y colgó.

«Por fortuna, Jackie volvió a llamar», relató D»Orso en una entrevista telefónica desde su casa en la ciudad de Norfolk en el estado de Virginia. «Y así­ fue cómo empezó mi carrera como escritor. Se lo debo todo». Le editó dos de sus libros, incluyendo «Somerset Homecoming» de 1988 sobre una mujer negra que ayudó a salvar la plantación donde sus antepasados habí­an sido esclavos.

En enero de 1994 supo que padecí­a del linfoma no Hodgkins, pero siguió trabajando, aunque comenzó a perder terreno ante el mal.

Falleció el 19 de mayo. Al dí­a siguiente, su hijo, John Kennedy Jr., dijo a periodistas que su madre habí­a muerto «rodeada de sus amigos, su familia, sus libros, de la gente y las cosas que amaba».

Lawrence, sólo uno de los muchos autores con carreras relacionadas con Jackie, dice que una de las anécdotas más reveladoras que haya escuchado sobre su editora provino de su amigo y editor Joe Armstrong, quien la visitó un año antes de morir.

«Recuerdo que en su estancia tení­a todos esos libros», le comentó Armstrong a Lawrence.

«Y ella dijo, «Estos son mis otros mejores amigos»»».