En el umbral de la vida adulta los que estrenan sus 18 años, eufóricos, se incorporan a la sociedad como nuevos ciudadanos. Su intelecto crece, su madurez se consolida, por eso emerge su propia visión del fenómeno social, y debe cada uno ir formulando su particular interpretación del devenir de su comunidad. Surgen o adoptan en su mente las fórmulas que, a su entender, son las idóneas para enmendar las injusticias, para fomentar la armonía comunitaria y corregir los entuertos sociales. Esta época electoral es propicia para ese ejercicio de las convicciones que se proyecta en la acción.
in embargo el entorno está nublado por una serie de confusiones, ideas estereotipadas, ignorancias, demagogia, publicidad errada, ideologías tendenciosas, etc. De esa forma podemos detectar varios equívocos: 1) La falsa generalización de que un joven es izquierdista por el mero hecho de tener el pelo largo, lucir camiseta del Che y vestimenta informal, ser permisivo con la marihuana y tolerante con las preferencias sexuales, básicamente agnóstico y de mirada rebelde; y que derechista es aquél gordinflón, de elegante traje negro y sombrero de copa, gruesos bigotes y un puro en la mano, tradicionalista y religioso, amigo del buen yantar y catador de finos licores, quien observa su alrededor sobre su hombro con expresión satisfecha. Esos son estereotipos desvirtuados que han colaborado en esa gran confusión que reina hoy día. 2) La idea de que ya no existen derechas e izquierdas; que son cosa del pasado. Las nociones de derecha e izquierda van a estar permanente, siempre acompañando a todas las civilizaciones. Ambos son referentes, guías, como lo son los puntos cardinales: no existe un norte inmutable como tampoco un sur inamovible; el rumbo norte nos orienta hacia el polo norte de la tierra (y hacia la estrella Polar), Guatemala está al norte de El Salvador pero está al sur de México que está entonces a nuestro norte, pero a su vez México está al sur de los Estados Unidos, y así sucesivamente. La izquierda orienta hacia concepciones sociales, colectivas y la derecha resalta los valores y gestiones individuales. Es claro que no existe un sistema de derecha puro ni tampoco de izquierda, en todo caso los sistemas modernos “mezclanâ€, traslapan elementos de ambos principios y convergen en los elaborados esquemas sociales contemporáneos. 3) La creencia de que estos fenómenos sociales emergieron hace poco tiempo, acaso con la primera guerra mundial (por los bolcheviques), o 60 años antes con Marx o, en el mejor de los casos, con la Revolución Francesa. No es así, estas inquietudes colectivas vienen acompañando a todas las sociedades desde que los pueblos nómadas se fueron asentando en ciudades y fueron formando la organización social (o el germen de los Estados). Urukagina es un nombre que se escucha mucho pero corresponde a un gran líder social que abanderó un movimiento de las clases bajas, que lo llevó al poder en la antigua Mesopotamia, y esto 2,400 antes de Cristo, o sea hace unos 4,400 años. Desde entonces la historia es el recuento de los vaivenes sociales que, como las mareas suben y bajan. En un análisis crítico de la historia de Roma vamos a encontrar que los grandes levantamientos no eran por pretendidos liderazgos –vacíos de ideología–, de algunos personajes; no, lo que aparecían eran reclamos sociales de las clases populares frente a las élites de entonces. (Continúa).