Izquierda otra vez duda de la votación presidencial


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Las encuestas previas a las elecciones presidenciales en México proyectaban que el candidato de la izquierda Andrés Manuel López Obrador iba a perder por un margen de dos dígitos.

Por OLGA R. RODRÍGUEZ MÉXICO / Agencia AP

Pero con 99% de los votos computados en el conteo preliminar, el candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD) está sólo 6 puntos porcentuales detrás del aparente ganador de la elección, Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

El margen más estrecho de lo esperado está alimentando las sospechas entre los partidarios de López Obrador sobre la legalidad de la votación y el candidato se negó ayer a aceptar la derrota, igual que en las elecciones de 2006 cuando perdió por un muy estrecho margen y desató meses de agitación política. Sin embargo esta vez, no ha exhortado a sus seguidores a que salgan a las calles para protestar.

Desde que comenzó la campaña, López Obrador denunció que las encuestadoras estaban manipulando los sondeos a favor de Peña Nieto como una forma de impulsar la idea de que el PRI tenía amplia ventaja.

Los encuestadores niegan eso y el lunes dijeron que una razón es que algunos electores cambiaron su decisión y optaron por López Obrador en la semana previa a las elecciones del 1 de julio. La ley electoral prohíbe la publicación de encuestas días antes de las votaciones, y según las casas encuestadoras, esto les impide tener imágenes de último minuto de la opinión de los electores.

El candidato izquierdista también se quejó durante la campaña electoral de que los medios de comunicación tendenciosos favorecían a Peña Nieto, en particular la industria televisiva que está semi-monopolizada en México.

«Los medios de comunicación patrocinaron a Peña Nieto, manipularon, engañaron. Fue demasiada sucia la elección», dijo López Obrador en una conferencia de prensa el lunes por la tarde.

Agregó que no aceptará los resultados preliminares de la elección reportados por el Instituto Federal Electoral (IFE) y que esperará hasta el miércoles, cuando se anuncien los resultados oficiales, antes de decidir qué hacer. «Nosotros no podemos aceptar un resultado fraudulento», advirtió.

López Obrador dijo que probablemente impugnará los resultados de la votación, pero no dijo si tratará de repetir el bloqueo de calles de casi dos meses en la ciudad de México como hizo en 2006 para protestar por la cerrada derrota por medio punto porcentual que tuvo ante el presidente Felipe Calderón del Partido Acción Nacional (PAN) y que el izquierdista consideró un fraude.

Las encuestas de la campaña electoral indicaban que Peña Nieto tenía de 32 a 41% de apoyo de los electores, mientras que López Obrador tenía entre 24 y 25%. Josefina Vázquez Mota, del PAN, estaba en tercero con entre 19 y 21% de las preferencias electorales.

Sin embargo, el conteo preliminar del IFE ha mostrado una contiende mucho más cerrada. Peña Nieto tiene 38% de los votos, López Obrador está más cerca de lo que se dijo con 32% y Vázquez Mota tiene 25%.

«Decir que manipularon a más de 200 encuestas, incluyendo algunas encuestadoras de su confianza, es un absurdo», dijo Roy Campos, presidente de la encuestadora Mitofsky.

Campos agregó que las encuestas calcularon correctamente en qué lugar quedarían los candidatos al final. El margen entre López Obrador y Peña Nieto se redujo porque al menos uno de cada nueve electores cambian de opinión en el último minuto, explicó.

«Definitivamente si hay un efecto al final que nosotros no alcanzamos a medir, porque la última encuesta se levanta un fin de semana antes», agregó Campos.

Jorge Buendía, de la firma encuestadora Buendía y Laredo, coincide en que algunos electores que en un principio apoyaban a Peña Nieto cambiaron de opinión.

«A veces se nos olvida a todos que las personas muchas veces nos dan una preferencia sin estar completamente convencidos. Pero no nos corresponde a nosotros, ni como encuestadores ni como demócratas, decidir que un voto convencido es un voto superior a un voto dudoso».

Los partidarios de López Obrador opinan que las encuestas fueron «propaganda» utilizada contra él y muchos le están pidiendo que declare que la elección fue un fraude.

«Estamos ante una circunstancia en donde los números resultaron muy diferentes a lo que fue la propaganda de las encuestas», dijo Manuel Camacho Solís, ex alcalde de la ciudad de México y uno de los coordinadores de la campaña de López Obrador en 2006, que ahora encabeza una coalición informal de partidos de izquierda.

«Durante tres meses que nos recetaron, primero, con una diferencia de 25 puntos, luego de 20 y ya casi generosamente en los últimos días de la campaña te hablaban de 15 puntos».

Cientos de jóvenes se reunieron el lunes en un monumento que está en la avenida Reforma, la principal de la ciudad de México, para protestar por la victoria de Peña Nieto, que consideran resultado de un fraude electoral.

«Los resultados del IFE están siendo manipulados por los medios de comunicación», opinó Vladimir Cervantes, universitario de 23 años. «Resistiremos para que ellos no vuelvan oficial el fraude».

Los estudiantes dicen que sabían que al menos 500 reportes de irregularidades que fueron capturados en fotos y video, incluyendo la compra de votos.

«Nosotros lo que queremos es que la realidad salga a flote y no permitir que Peña Nieto llegue a la presidencia», dijo Cervantes.

MIGRANTES
Contrariados

El resultado de la elección de un nuevo presidente en México podría disuadir a algunos emigrantes de regresar a casa, a pesar de las prometedoras oportunidades económicas en el país y el vacilante mercado laboral en Estados Unidos.

Resultados preliminares del Instituto Federal Electoral (IFE) dados a conocer ayer muestran que sólo un pequeño porcentaje de los 40.000 expatriados mexicanos votaron el domingo por el virtual presidente electo Enrique Peña Nieto.

Muchos inmigrantes en Estados Unidos dicen que están conmocionados porque el Partido Revolucionario Institucional (PRI), cuyos gobiernos en gran medida los llevaron a irse de su tierra natal, regresó al poder.

«Creo que la mayoría de los inmigrantes huyeron de México por culpa del PRI y todavía tienen la imagen de un PRI que fue corrupto y asesino», dijo Guadalupe Sandoval, universitaria, de 18 años, residente de San Diego que siguió la elección de cerca. «Definitivamente estoy sorprendida».

Sandoval dijo que su familia habría considerado regresar a México si el principal rival de Peña Nieto, el candidato de la izquierda Andrés Manuel López Obrador, ganaba. El Revolucionario Institucional ganó la Presidencia con sólo 38% de los votos a su favor.

La familia de Sandoval se fue de México un año antes de que acabaran los 71 años de régimen priísta en el año 2000. La inmigración ilegal ha disminuido desde entonces debido a los operativos en la frontera tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 y la desaceleración económica en Estados Unidos.

Más de 40.000 mexicanos votaron desde 91 países para las elecciones del 1 de julio. Los emigrantes mexicanos se ganaron el derecho de sufragar en 2006.

La mayoría de ellos votó por Josefina Vázquez Mota, del Partido Acción Nacional (PAN), el mismo del presidente Felipe Calderón, que recibió 17.169 sufragios enviados desde el extranjero, de acuerdo con resultados preliminares del IFE difundidos el lunes. López Obrador obtuvo 15.878 votos y Peña Nieto apenas 6.359.

Peña Nieto inmediatamente puso manos a la obra para calmar los reclamos de que el viejo PRI estaba de regreso, al decir en su discurso de victoria: «Somos una nueva generación. No hay regreso al pasado».

Habló de seguridad, comercio e infraestructura, pero no trajo a colación el tradicional tema mexicano de una reforma migratoria en Estados Unidos para ayudar a 12 millones de mexicanos que viven aquí.

Peña Nieto dijo que quiere «construir una relación que permita la integración productiva con América del Norte».

También prometió frenar la violencia por el narcotráfico.

Justiniano Rosario, un inmigrante de 56 años nacido en Puebla y que vive en Nueva York, cree que México está peor que cuando abandonó el país, hace 27 años.

«Hay demasiada violencia y poca honestidad entre los políticos. Es un circo, y con el PRI no va a cambiar nada», dijo Rosario, que trabaja transportando cajas llenas de alimentos para una bodega. «El PRI gobernó durante muchos años y engañaron al pueblo. No van a resolver la situación de violencia. Los gobiernos la conocen bien y no logran acabar con ella. Yo no creo en ningún candidato, pero mucho menos en el PRI».

Rosario no votó porque no tenía la credencial de elector que necesitaba y además, aseguró: «No me interesa votar, no resuelve nada».

Bricia López, copropietaria del restaurante mexicano La Guelaguetza, en Los Ángeles, está de acuerdo.

«Estoy triste», dijo. «Realmente pensaba que esta elección podría traer un cambio en cómo funcionan las cosas. Ahora es lo mismo de siempre. No es justo para la gente en México que no tiene nada. Es indignante, no es justo para las personas pobres que veo siempre que voy a los pueblos pobres en Oaxaca».

Los mexicanos votaron en las elecciones del domingo, por lo conocido después de decepcionarse por que la euforia de haber derrotado al PRI en las elecciones de 2000 no se transformara en los cambios drásticos que esperaban ver.

Pedro Ramos, fundador de la organización Unión de Poblanos en Exterior, una asociación en Los Ángeles que representa a inmigrantes del estado de Puebla, entiende la situación.

«Nos fue muy mal con el cambio. En Peña Nieto vemos una estructura que sabe gobernar. Ahora esperamos que voltee a vernos y que vea que somos más que gente que envía remesas, que somos quienes proyectamos la buena imagen de México en el exterior».

La Casa Blanca espera que la cercana relación de la que Estados Unidos ha disfrutado con el gobierno de Calderón siga con Peña Nieto.

Victoria Nuland, vocera del Departamento de Estado, felicitó a Peña Nieto por la «patente» victoria y a los mexicanos por demostrar «su fuerte compromiso con los valores democráticos a través de un proceso electoral libre, justo y transparente». Nuland se negó a responder preguntas sobre un posible cambio en la estrategia antinarcóticos de México.

«No vamos a predecir cambios en políticas», dijo la portavoz. «Pero estamos comprometidos a trabajar junto con México para enfrentar los desafíos que representan las organizaciones criminales transnacionales y esperamos que siga la amplia cooperación con el gobierno de Peña Nieto cuando éste comience».

Durante su largo régimen, el PRI fue conocido por construir las instituciones y servicios sociales del país, y por mantener a raya al crimen organizado que operaba en ese entonces sin los niveles de violencia que se ven hoy.

El experto en migración Wayne Cornelius opinó que la exasperación por la ofensiva del presidente Calderón contra los cárteles de la droga pudo causar que los mexicanos votaran para que el PRI regresara al poder, pero lo que muchos podrían estar olvidando es que el partido también fue en su mayor parte responsable por las tres fuertes crisis económicas que azotaron al país desde la década de 1970.

El gobierno de Calderón tuvo impresionante manejo de la economía, que solía desplomarse cada vez que la economía estadounidense trastabillaba, dijo. Pero su trabajo fue ensombrecido por la escalofriante violencia por la lucha contra el crimen organizado que ha costado más de 47.000 vidas desde que asumió el poder en 2006.

La recesión tal vez volvió lento el flujo migratorio hacia Estados Unidos, pero también ha causado que los inmigrantes que están aquí se vuelvan más arraigados. Y Cornelius no cree que el nuevo presidente en México cambie eso.

«Esta es una población que se ha vuelto cada vez más estable en los últimos 15 años y, junto con la crisis económica en Estados Unidos, ha tenido un efecto de anclar a la población mexicana más firmemente porque temen perder el punto de apoyo que ya tienen en el mercado laboral estadounidense si regresan» a su país, agregó Cornelius, que es director emérito del Centro de Estudios México-Estados Unidos en la Universidad de California en San Diego.