¿Y por qué no otra depuración más profunda?


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Cuando en 1993, Jorge Serrano tuvo la idea de dar un “autogolpe” de Estado disolviendo el Congreso, la Corte Suprema de Justicia, la de Constitucionalidad y la Procuraduría de Derechos Humanos, se creó una Instancia Nacional de Consenso que junto con otro, hizo frente a este zarpazo contra la institucionalidad.

Héctor Luna Troccoli


Quienes vivimos muy, muy de cerca, este proceso, sabemos que lo que colmó la paciencia de Serrano era que un grupo de tres dirigentes de diputados, acompañados por otros 10 de sus colegas, le estaban haciendo la vida imposible, no dejándolo hacer negocios sucios, pero no por su honestidad, sino porque ellos no formaban parte de la repartición del pastel, ni tampoco les dejaban comer su propio pastel (como en el caso de la energía eléctrica), lo que los llevó a chantajear abiertamente y sin tapujos al entonces presidente cuyo carácter no era un dulce, sino iracundo y violento.

Hay mucho que escribir de esa historia pero, para abreviar, el autogolpe que culminó con una “depuración” del Congreso, se originó precisamente en la corrupción absoluta de este organismo, la avaricia desmedida de sus dirigentes y su “cinismo político”, para hacer negocios turbios. Es decir pasó lo que está pasando en el Organismo Legislativo desde el año 2000, hace ya 12 largos años, con un aumento constante en la corrupción, la impunidad, la holgazanería, el cobro bajo de agua de sueldos mayores que los que se han hecho públicos, cajas chicas y asesores, nepotismo, viajes y hasta trasiego de armas, repartición de obras donde se ganan jugosas comisiones y un desinterés por la problemática nacional que supera en mucho todo lo malo que el Congreso depurado en 1993-1994, tuvo.

Sin embargo, ahora, cosa extraña dirían algunos ingenuos, no aparece la tal Instancia Nacional de Consenso, ni se realiza un movimiento nacional para expulsar a los léperos legisladores que siguen sin trabajar y cobrando todos los privilegios y dinero que pueden. Si el Congreso de 1993 fue prostituido por 10 o 15 diputados, el actual y los últimos tres, son ejemplos superlativos del mal y con auténtico sabor a engaño y abuso que va más allá de lo que ocurrió hace 20 años.

Y este mal que nuevamente se origina en un congreso rechazado totalmente por los ciudadanos honrados del país, se ha extendido a instituciones que están minadas por la podredumbre de la complacencia, la impunidad y también la corrupción como ocurre con parte del Organismo Judicial, de la Corte de Constitucionalidad, de entidades autónomas, como las municipalidades, y otras, sin que el CACIF y su supercúpula, conocidos periodistas, dirigentes sociales de prestigio que integraron esa instancia nacional de consenso aparezcan por ningún lado y pese a que en esa época, tres personas diseñaron un plan A para lograr la depuración del congreso serranista, este no funcionó y fue sustituido por el plan B diseñado por una persona muy cercana al presidente Ramiro de León Carpio y que fue el que se puso en marcha hasta culminar con éxito, sin tener que “sacar a patadas” a los diputados que, aunque se lo merecían hubiera sido otra especie de “serranazo”.

Viendo de nuevo el panorama nacional creo sinceramente que ha llegado la hora de otra DEPURACIÓN DE MAYORES ALCANCES pese a que, aparentemente nadie se anima a mover un dedo para limpiar de tanta podredumbre tantas instituciones y si bien, posiblemente no se limpie en su totalidad la casa, la tarea debe realizarse con urgencia antes de que se dé una confrontación social de impredecibles consecuencias.

Lástima grande que ya no existan hombres de la talla de EPAMINONDAS GONZÁLEZ DUBÓN, quien pese a su baja estatura, los tenía más grandes que muchos que se las llevan de ser muy huevudos…