Carezco del más mísero motivo para defender al militar Efraín Ríos Montt, quien es acusado de cometer el delito de genocidio. Empero, poseo un motivo suficiente para detestarlo por haber autorizado, o consentido, u ordenado, los actos terroristas que, en el proceso electoral del año 2003, ejecutaron sus partidarios para exigir la inscripción de su candidatura presidencial.
Ríos Montt, y cualquier otro ciudadano guatemalteco militar o no militar, no puede ser acusado de genocidio porque jamás, en nuestro país, ha sido cometido ese delito. Y antes de que, en nuestro país, un ciudadano sea acusado de genocidio, es necesario demostrar que se ha cometido ese delito. Entonces acusar a Ríos Montt de haber cometido el delito de genocidio, es como acusar a un individuo de cometer un asesinato del cual no se ha demostrado que haya sido cometido.
Se presume que, en el año 1982, Ríos Montt, quien gobernaba el país, tuvo el propósito de exterminar a la etnia indígena ixil; y logró exterminar 1,771 ixiles. Los ixiles habitan en un territorio denominado “triángulo ixil”, constituido por tres municipios vecinos que son parte de Quiché. Ellos son Chajul, Nebaj y San Juan Cotzal.
En el proceso electoral del año 2003, Ríos Montt fue candidato presidencial. Si, cuando gobernaba, tuvo el propósito de exterminar a la etnia ixil, parecía sensato predecir que, en el triángulo ixil, Ríos Montt sería un humillado candidato perdedor, y que el salvífico defensor de los pueblos indígenas, Rodrigo Asturias, candidato de la ex-guerrilla en aquel mismo proceso electoral, triunfaría sobre su abominable contendiente genocida.
He aquí las cifras. En Chajul, Ríos Montt fue el candidato ganador, con 4,622 votos. Rodrigo Asturias fue candidato perdedor, con 222 votos. En Nebaj, Ríos Montt fue el candidato ganador, con 6,604 votos. Rodrigo Asturias fue candidato perdedor, con 815 votos. En San Juan Cotzal, Ríos Montt fue el candidato ganador, con 2,225 votos. Rodrigo Asturias fue candidato perdedor, con 165 votos.
¿Quizá los ixiles no votaron? Es improbable. Efectivamente, en el año 2002, es decir, un año antes de que se celebrara el proceso electoral, los tres municipios tenían 105,447 habitantes, de los cuales 95 mil aproximadamente, o casi 90%, eran ixiles; y 10,545, o casi 10%, no eran ixiles. Empero, en los tres municipios votaron 30,256 ciudadanos. Por consiguiente, por lo menos 19,711 ciudadanos que votaron, o 65% de la población total, tendrían que haber sido ixiles.
¿O quizá los ixiles, convertidos en fantásticos seres despojados de cualquier vestigio de memoria, ya habían olvidado que Ríos Montt había tenido el propósito de exterminarlos? Es improbable. ¿O quizá no lo habían olvidado sino que lo recordaban lúcidamente; pero ansiaban que Ríos Montt, que solo había exterminado a 1.9% de la población total de ixiles, prosiguiera con el exterminio, hasta que fuera exterminio total? Es improbable.
El triunfo del candidato presidencial Ríos Montt en el triángulo ixil, en el proceso electoral del año 2003, conexo con la formidable derrota del candidato presidencial de la ex-guerrilla, torna verosímil afirmar que, en general, en Guatemala, durante la época de la insurgencia armada, no hubo genocidio; y que, en particular, no hubo genocidio del cual los ixiles hubieran sido víctimas.
Post scriptum. Los testimonios sobre atrocidades que sufrieron los ixiles, en el supuesto de que son testimonios veraces, no necesariamente prueban que en nuestro país hubo genocidio, aunque las atrocidades hayan sido las más espantosas del Universo.