Reza el refrán: “En el país de los ciegos el tuerto es rey” y en cuanto al tema de la educación pública en Guatemala, el señor Joviel Acevedo, Secretario General del Sindicato de Trabajadores de la Educación en Guatemala –STEG- es el rey, porque en la práctica los tres organismos del Estado están supeditados al dirigente sindical. Él es el que manda, quien decide cuándo empieza el ciclo escolar, si hay asamblea o paro y cuánto deben devengar los maestros. Triste y lamentablemente los hechos han demostrado que lo antes dicho es verdad.
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Joviel, a la cabeza del magisterio nacional le fue a poner las peras a cuatro al actual gobernante, al igual que lo venía haciendo con los predecesores, hasta obligarlo a firmar un precipitado convenio olvidándose que previamente debió haber establecido de dónde saldrían los fondos para hacerlo efectivo.
Así fue como pasado el tiempo, resultó no contar con los recursos necesarios para cumplir con la palabra empeñada. ¿Qué camino tomar entonces? Joviel no encontró otro que dirigir sus pasos hacia el Congreso para que a como diera lugar se resolviera el problema, pues de lo contrario, según sus propias palabras, “iba para largo” eso de levantar el paro y suspender los bloqueos si las condiciones impuestas no eran cumplidas al pie de la letra. ¿Qué de dónde van a salir los fondos ahora? Está también visto que eso al gobierno y a Joviel es lo que menos les importa. Con el criterio simplista y erróneo de la administración gubernamental será cuestión de ver a quien se sacrifica, fuera a la infraestructura, a la seguridad ciudadana o al sistema de salud, para citar algunos ejemplos.
Logrado el objetivo sindical, tampoco fue posible iniciar las clases de inmediato, porque no habían recibido el efectivo o porque resultaba inhumano exigirle al magisterio nacional que después de tan agotadoras jornadas bochincheras los sacrificados maestros tuvieran el ánimo suficiente para cumplir con sus deberes y responsabilidades. Así las cosas, todavía a estas alturas la mayoría de la población no ha podido salir de su asombro. No logra despejar sus dudas si de esa misma manera de ahora en adelante se resolverán todos los problemas que tiene el país. ¿Qué pasará con los trabajadores de los ramos de salud, policía, caminos y tantos más servidores públicos que tienen los mismos derechos? Finalmente, también nos quedamos preguntando: ¿para qué sirve la enorme burocracia del Ministerio de Educación? Es que hasta el momento no ha servido de nada, más que para encontrar excusas del por qué a estas alturas, después de dos años del Patriota, todavía no logran ponerse a punto los edificios escolares; no se han firmado todos los contratos de trabajo; hacen falta maestros, no digamos equipo, útiles e implementos mucho menos la refacción escolar. Muerta la institucionalidad del país, no queda otra que exclamar con mucha vergüenza ¡Viva el Rey!