¿Usted qué prefiere?


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Cuando me enteré que las autoridades habían dispuesto el lunes pasado sacar a la calle a miles de policías y que el Ejército también estaba dispuesto a librar frontal combate a la delincuencia, fui el primero en decir: –¡así se hace! Porque resulta insoportable ver que la gente malosa siga siendo la que manda y no el Gobierno constituido y para que quienes nos ganamos honradamente el pan de cada día podamos salir a las calles sin el temor de no regresar a nuestros hogares.

Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt


Como propaganda fue impresionante ver al primer mandatario que había dispuesto bajarse de la camioneta blindada para manejar su moto BMW, con buen casco, chaleco (aunque no el que manda la ley) y listo y dispuesto para que las cámaras de televisión y fotografía tomaran las mejores impresiones del acto, que me parece fríamente se había calculado con antelación llevando hasta pódium acrílico portátil. Pero para mis adentros pensé, ahora viene lo verdaderamente importante: los resultados. Y es que aquí está el meollo del asunto. ¿Quién no sabe que es fácil decir lo que se piensa hacer, pero que bien distinto es que bajen drásticamente los índices y porcentajes, ya que tanto les gusta andar llevándoles la cuenta?
    Las cifras no mienten. Vamos de mal en peor. Porque es muy bonito ver el despliegue de agentes de la autoridad portando armas modernas y de alto poder; vehículos por doquier; uniformes de lo más variados y completos pero, una cosa es verlos en la pantalla o en las fotos que  estar observando todos los días a los elementos de seguridad platicando por el celular con la traidita o ¡peor todavía! Cometiendo sus fechorías como ese repugnante oficial de la Comisaría 11 que todos los días salía a abusar de una menor a pocas cuadras de la misma.
     Incrementar fuerzas de seguridad en nuestras calles unas horas y poner a volar un helicóptero cualquier día o semana de estas, a la delincuencia podrá contenerla igual espacio de tiempo, pero eso no es lo que quiere el señor de la tienda de la esquina, quien para poder mantenerla abierta requiere estar detrás de un descomunal enrejado y aun así, recibe la periódica visita de las maras que le exigen pagar determinado monto diario, semanal o mensual, si es que quiere seguir vendiendo sus artículos de primera necesidad. ¿Dónde está la prometida experiencia para contener este método o sistema o será que también vamos a seguir en las mismas de los choferes de autobuses y camiones distribuidores en todo el país? Revivir los tiempos de Jorge Ubico cuando le encantaba montar a caballo o salir de gira departamental  montado en su Harley está bien para que se lo contemos a nuestros hijos, nietos o bisnietos pero, para los duros momentos que estamos viviendo sería mejor hacer eficiente labor, calladita la boca, que tremenda alharaca bullanguera. ¿Usted qué prefiere?