¡Un nuevo Superintendente!


Edgar-Balsells

No comparto la idea de ver micos aparejados cada vez que se osa tocar a cuerpos autónomos y sacrosantos como los que se relacionan con la banca central. Y es que analistas de tremendo peso como el investigador inglés David Harvey, quien se ha dado a la tarea de estudiar a fondo los causales de todas estas irresponsables crisis financieras de hoy en día nos trasladan diversas reflexiones propias de la actual coyuntura guatemalteca.

Edgar Balsells


Nos dice Harvey, que en el mundo actual se ha erigido un gigantesco nexo entre el mundo de las finanzas y el Estado. El nexo Estado-finanzas es una de las bases del sistema para seguir vivo y lograr sus objetivos de funcionamiento y reproducción de ganancias, y eso lo saben bien quienes están al pendiente de lo que se hace en la Junta Monetaria.

Los expertos hablan así de que mucho de lo que pasa en los bancos centrales y las superintendencias de nuestros países es parte de relaciones y transacciones muy ocultas y envueltas en un misterio. Funcionan entonces como órdenes monásticas.

Por algo el tratadista William Greider, asevera Harvey, llamó “Los secretos del Templo” a su acucioso análisis sobre la Reserva Federal de los Estados Unidos. Y es que ese mundo de las altas finanzas es una especie de “Vaticano del capitalismo”. Y entonces por nuestros lares, siendo estos entes configurados a imagen y semejanza del primer mundo, tenemos nuestros “vaticancitos”, los papas negros y seguramente hasta los grupos de cuervos que ahora merodean en torno a la toma del poder.

Estas instituciones se han vuelto profundamente ademocráticas, y son algo así como los últimos recintos feudales de la sociedad. Su estructura patriarcal los hace proclamar autonomía a diestra y siniestra e intentan distanciarse del ámbito de la hacienda pública, para ponerse al servicio de los intereses financieros, que sabemos hoy que deben ser altamente regulados.

Menciono todo esto a raíz de la coyuntura y los primeros comentarios que se oyen en la prensa en torno a la renuncia del Superintendente de Bancos, Víctor Mancilla, quien todo mundo sabe que fue un funcionario nombrado a dedo por el actual Presidente del Banco de Guatemala.

Considero entonces adecuado que un nuevo mandamás que busque con la franqueza de la que habla ir ordenando los diferentes sectores de la actividad pública, logre conformar un Gabinete Económico que le sea afín y formular así una política regulatoria, fiscal y monetaria congruente con uno de los postulados que la Constitución le ordena a esos ambientes, y que se ha olvidado, y que se refiere a fortalecer el ahorro y la inversión financiera de largo plazo, principalmente forjadora de los mercados de capitales y de la capitalización del país, no sólo del endeudamiento de la gente.

Es además, entonces, una gran oportunidad para la Junta Monetaria, de poder plantear una terna, que muestre no estar basada en la tradicional verticalidad burocrática que oxida esos ambientes y los vuelve inertes, sino buscar el mérito de profesionales, que los hay en Guatemala, sin las viciosas conexiones y colusiones con ese mundillo financiero de intereses ocultos que representa una real amenaza para el futuro de cualquier país.

El profesional electo debiera ser entonces, más que un tecnócrata de carrera, que los hay por montón en esos lares, un prestigiado pensador independiente, y conocedor de las necesidades de una nueva arquitectura de regulación financiera.