Una etapa más del juicio del general Ríos Montt tuvo un resultado que era esperado por algunos. Los tres magistrados de la Corte de Constitucionalidad, CC, que votaron por la anulación de la sentencia hicieron su trabajo, apegados a su pensamiento conservador y plegados a los intereses que representan. Los otros dos magistrados mostraron su valentía, su decoro y su decencia, no se vendieron, pues además de negar su voto, lo razonaron con argumentos de enorme peso. Incluso, dentro del razonamiento de uno de los magistrados que votó en contra, deja entrever que hubo algo irregular con algún expediente o proceso.
Al final la sentencia se centró en la forma, no en el fondo, lo cual demuestra que los magistrados que votaron en contra de la sentencia, siguieron con la línea de los abogados defensores, seguir destacando la forma pero nada de sustancia. Es tal la prevalencia de la forma que incluso los magistrados que votaron por anular la sentencia, no cambiaron el delito de genocidio, ¿una aceptación tácita que el referido delito ocurrió o una omisión involuntaria?
Al final, es necesario respetar la sentencia que regresa el proceso hasta una fecha anterior. Sin embargo, aunque seguramente todas las expresiones conservadores visualizan en esta sentencia la recuperación de su espacio de poder, creo que se equivocan, si bien es una victoria parcial, la misma es pírrica. Primero, porque una actitud como la prevaleciente en el CACIF, los exmiembros del Ejército y sus organizaciones aliadas, solo demuestra que siguen creyendo que este país es de ellos, pero, en segundo término, es notorio que la sociedad ya no es la misma, ni dócil, ni se doblega, ni agacha la cabeza sumisamente, los nuevos liderazgos se están gestando, principalmente en el interior del país y las organizaciones sociales, campesinas y de cualquier otro tipo, mostrarán su fuerza organizativa y de ahí seguramente partirán cambios sustanciales en la matriz de poder.
El proceso, la sentencia y la regresión de la misma por parte de la CC, se inscribe en el marco del Estado de Derecho, seguramente, pero relevó también que los partidos políticos mostraron nuevamente su indiferencia, su incapacidad de debate y su docilidad con las élites. Pero aún más muestran que su actitud es irresponsable y vinculado principalmente a los negocios que depara su acción u omisión en decisiones dentro del Congreso de la República.
Lo que sí es cierto es que la derecha se reagrupó alrededor del General por circunstancia, pero en lo que concierne al juicio por genocidio, sí fue por convicción. No se podían permitir que se sentenciara por genocidio a nadie. El elitismo, el clasismo y el racismo se mostraron abiertamente, llegando hasta el exabrupto de exigir a la CC que anulara el juicio.
El futuro se visualiza confuso y difícil. El reacomodamiento de la derecha buscará copar todas las instituciones de justicia, principalmente el Ministerio Público. Seguramente se desharán de la CICIG y llenarán todas las magistraturas posibles, para que no les ocurra otra sentencia como la del valiente tribunal que dictó la sentencia original. Los políticos seguirán siendo irresponsables, indiferentes y seguirán buscando las propinas de las élites y las bolsas de corrupción. La ley es la ley y se debe respetar, pero la dinámica social está cambiando y ojalá para siempre, ojalá.