¿Tiempo de amor y paz?


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Siempre es justo y necesario bajar revoluciones a la rutina y detenernos un poco para pensar las cosas y analizar hacia dónde nos llevan nuestras ideas, que al final se materializan en acciones y que posteriormente se convierten en comportamientos.

Javier Estrada Tobar
jestrada@lahora.com.gt


Por eso me parece bien que se utilice la Navidad para reflexionar sobre lo que somos y lo que queremos ser, pero si de verdad queremos un cambio social y nacional profundo, no nos podemos quedar con la simple intención de cambiar durante una época del año.

Si la Navidad es “tiempo de amor y paz”, entonces, ¿qué pasa con el resto del año? ¿Es tiempo de odio y guerra? La respuesta la tenemos nosotros mismos y la podemos observar rutinariamente en la sociedad, en las familias y en nosotros mismos.

Si tuviésemos que sustentar un autoexamen social sobre solidaridad, amabilidad y respeto, seguramente lo reprobaríamos con cifras rojas, porque a todas luces nuestra sociedad muestra cada vez más signos de decadencia en cuanto a la práctica de principios y valores.

Y no solo es un problema de asesinos y ladrones, a los que muchas veces vemos como el gran problema social que tiene mal país, sino que además hay que tener en cuenta las serias transgresiones a las normas que se cometen todos los días en las oficinas y los hogares de las familias “buenas” y “honradas”.

Tal vez, si “ese” empresario no evadiera impuestos habría más recursos para mejorar las estrategias de combate al crimen; si “ese” alto funcionario no fuese corrupto tal vez habría mejores asignaciones para combatir la pobreza y evitar la delincuencia, o si “esa” ama de casa no dirigiera una fundación de fachada para evitar el pago de tributos podríamos contar con más fondos para mejorar la seguridad ciudadana.

También el examen tiene que pasar por los pequeños detalles, pero que al final son importantes y definitorios en la convivencia social, como el cumplimiento de las reglas de tránsito, la colaboración para mejorar el orden y el ornato en las calles, la solidaridad con las personas marginadas o el respeto a las ideas de los demás.

Muchos encontrarán siempre una excusa para transgredir las normas elementales de convivencia social: O porque es la primera vez que lo hacen o porque es la última. Y ese el punto. ¿Cuándo dejar las excusas y empezar el cambio? ¿O cambiar solo para Navidad?

Todo el tiempo debe ser de amor y paz. Todas las propuestas políticas, sociales y culturales deberían formularse en base al amor, el respeto, la igualdad y la solidaridad, para que sean la constante a lo largo del año. Y ante todo, es necesario que esos proyectos y buenas intenciones se materialicen en acciones concretas en todos los ámbitos.

Seguramente que Guatemala necesita una reforma profunda y la sociedad requiere una renovación, pero eso no significa que los cambios individuales no sean importantes. Al contrario, antes de cambiar podemos empezar por revisar nuestro comportamiento individual y familiar, para crear una incidencia positiva en la sociedad.