La fiscalía de Milán (norte) inició hoy los trámites para obtener la rápida extradición del ex activista italiano de extrema izquierda Cesare Battisti, un día después de que fuera arrestado en Brasil para regocijo de la mayoría de la clase política de Italia.
El procedimiento fue abierto por la sustituta del fiscal general de la fiscalía de Milán, Nunzia Gatto, según medios de prensa locales.
Battisti fue condenado en 1993 por un tribunal de lo criminal de Milán a cadena perpetua, en contumacia, por su participación en cuatro asesinatos cometidos entre 1978 y 1979, aunque siempre negó haber cometido estos crímenes.
Ex dirigente de los Proletarios Armados por el Comunismo (PAC), Battisti estaba prófugo desde agosto de 2004, tras haber huido de Francia, donde se había refugiado. Ayer fue arrestado en Rio de Janeiro, donde hoy por la mañana seguía detenido a la espera de su traslado a Brasilia.
Según la policía brasileña, Battisti fue detenido «en respuesta a una demanda de extradición del gobierno italiano». Un tratado de extradición está en vigor entre Brasil e Italia desde 1993.
En declaraciones a medios de prensa, el ministro italiano de Justicia, Clemente Mastella, ha expresado el deseo de que la extradición se produzca «lo más rápidamente posible».
La justicia francesa autorizó la extradición de Battisti a Italia en octubre de 2004, a pesar de que ya se había dado a la fuga en agosto de ese año.
El ex activista había presentado un recurso contra el decreto francés de extradición ante la Corte Europea de Derechos Humanos, la cual hoy aclaró que había juzgado improcedente su demanda.
Con este fallo, a Battisti, de 52 años, se le han agotado los recursos legales para evitar la cárcel en Italia.
Tras ser detenido en junio de 1979 en Milán se dio a la fuga en octubre de 1981 y posteriormente se refugió en América Latina. En 1990 se fue a Francia aprovechando la decisión del presidente socialista Franí§ois Mitterrand de no extraditar a los activistas italianos que renunciasen a la violencia, con la excepción de aquellos que hubieran cometido crímenes.
El arresto en París en febrero de 2004 de este hombre, que se había convertido en portero y escritor de novelas policíacas, había suscitado un movimiento de apoyo de intelectuales y políticos de izquierda.
Hoy la Liga de los Derechos Humanos (LDH) estimó que Francia había «abjurado de su palabra», acusando de ello, en particular, al ministro del Interior y candidato presidencial Nicolas Sarkozy, quien se defendió diciendo que la policía francesa había cumplido con su deber comunicando a las autoridades brasileñas «informaciones» sobre el prófugo.
La mayoría de la clase política italiana recibió esta detención con gran satisfacción.
Sin embargo, la izquierda radical y, en concreto, el líder del grupo Refundación Comunista (PRC) en el Senado, Giovanni Russo Spena, se opuso a la extradición. «Nuestro sistema no prevé la revisión del juicio para quienes fueron condenados como él en contumacia», afirmó al diario La Repubblica.
En cambio, Alberto Torregiani, quien se quedó tetrapléjico en un atentado atribuido a Battisti, estimó que debía «pagar por todo hasta el final».