Israel teme otro conflicto


Situación. La tensión aún es fuerte en el área fronteriza entre Lí­bano e Israel.

La posición del ejército libanés situada a un tiro de piedra de su casa en la frontera norte de Israel recuerda a Shula Asayag la dolorosa guerra de hace un año entre su paí­s y la milicia chiita del Hezbolá pero también que el nuevo conflicto que teme se está gestando.


«Desde hace un tiempo, se siente una cierta tensión. Notamos que se está preparando una nueva guerra y nos sentimos desamparados», dice Shula Asayag, de 57 años, en el hostal para turistas que gestiona en Zarit, una localidad cercana a la frontera libanesa.

Precisamente cerca de Zarit los milicianos de Hezbolá secuestraron el 12 de julio del año pasado a dos militares israelí­es. El rapto desencadenó una ofensiva devastadora del ejército hebreo en Lí­bano, que sin embargo no logró consolidar la capacidad disuasiva de las fuerzas israelí­es. Desde entonces no ha habido noticias de los soldados.

La resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU, que puso fin el 14 de agosto a la guerra, permitió por primera vez en cuarenta años el despliegue en la frontera del ejército libanés, que cuenta con el apoyo de 13.000 cascos azules de la ONU.

Hasta entonces, la zona estaba dominada por los combatientes de Hezbolá.

«Todas las posiciones de Hezbolá cercanas a la frontera están ahora controladas por el ejército libanés. Las fuerzas de la ONU están mucho más presentes y desplegadas de un modo diferente. Las nuestras también», asegura el general Yosi Bachar, del mando militar norte de Israel.

Durante la guerra, los bombardeos sin precedentes de las localidades hebreas cercanas de la frontera obligaron a casi un millón de israelí­es a huir o a esconderse en los refugios.

Los daños materiales causados han sido prácticamente reparados en su totalidad y la economí­a se ha recuperado, pese a las pérdidas considerables en el turismo, que es un sector clave.

El retorno a la normalidad es, no obstante, engañoso. Aunque ya no se ve a los combatientes de Hezbolá ni sus banderas amarillas, estos siguen sin embargo presentes del lado libanés de la frontera.

«Oí­mos sus provocaciones desde los altavoces de sus mezquitas», asegura Shula Cohen, una habitante de Zarit.

«Los hombres de Hezbolá se han vuelto a aproximar a la cerca de seguridad. Blanden sus banderas y nos observan. Con el menor ruido nos sobresaltamos. Por la noche tengo miedo y creo que va a estallar de nuevo la guerra», dice Shula Cohen.

La guerra entre el Estado hebreo y Hezbolá costó la vida a 163 israelí­es, entre ellos 119 militares y 44 civiles, y a más de 1.200 libaneses, en su mayor parte civiles.

Las informaciones insistentes que emiten altos responsables israelí­es sobre el rearme de Hezbolá por parte de Siria, y que los medios de comunicación hebreos acentúan con sus especulaciones sobre un conflicto armado inminente con Siria, alimentan la tensión.

Siria, vecina de Israel y de Lí­bano, paí­s que tuteló hasta abril de 2005, «hace lo que le parece en Lí­bano. Permite a Irán (armar a Hezbolá) y arma a la milicia por sí­ misma», declaró recientemente el general israelí­ Amos Gilaad, consejero del ministro de Defensa, Ehud Barak.

El responsable israelí­ se referí­a al reciente informe del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en el que este último se dijo preocupado por «las informaciones persistentes sobre las violaciones del embargo de armas en la frontera sirolibanesa».

Aunque el general Gilaad descarta la posibilidad de «una guerra por iniciativa de Siria», ha confirmado que el ejército sirio se ha rearmado y recomienda que Israel esté «preparado ante toda eventualidad».

El nuevo ministro de Defensa, Ehud Barak, ex jefe de Estado Mayor, tiene como prioridad «restablecer la fuerza disuasiva» del ejército israelí­, puesta en entredicho por los fallos en Lí­bano.

Actualmente, una comisión de investigación gubernamental indaga sobre tales fallos. Las conclusiones se esperan para finales de agosto.

«Los hombres de Hezbolá se han vuelto a aproximar a la cerca de seguridad. Blanden sus banderas y nos observan. Con el menor ruido nos sobresaltamos. Por la noche tengo miedo y creo que va a estallar de nuevo la guerra.»

Shula Cohen, habitante de Israel.