«Solo los muertos conocen el final de una guerra». Platón.
Refiriéndose a los Balcanes, Winston Churchill dijo que era una región «que producía más historia de la que podían consumir» y Kipling que «estas montañas nunca están tranquilas». Traigo a colación los anteriores comentarios para aplicarlos al Cercano Oriente que es un territorio que produce aún más historia, misma que ha exportado a todo el mundo, también ha sido la cuna de dos religiones y baluarte de una tercera religión que también se han difundido en todo el mundo pero lamentablemente es una región que también está exportando conflictos. Definitivamente esa esquina del extremo oriental del Mediterráneo tiene algo especial, una marca, un destino. Algunos místicos, metafísicos, historiadores, espiritistas, ufólogos, etcétera, han tratado de descubrir regiones del globo donde supuestamente la energía se concentra y por ende debe consagrarse como centro del mundo, señalan a las pirámides de Egipto, Machu Picchu, Isla de Pascua, Stonehenge, y entre muchos otros hasta incluyen a Tikal. Sin embargo ninguna va, de lejos, a equipararse a esa región conocida como Israel, Palestina, Judea, Cercano Oriente, etcétera.
Me acuerdo como si fuera hoy la mañana lluviosa en la que el profesor de segundo grado del Liceo Guatemala, en clase de Historia Sagrada, nos contó cómo a Sansón, habiendo caído prisionero le sacaron los ojos y lo condujeron de esclavo a trabajar en un molino en Gaza (¿suena lugar familiar?); durante una celebración pidió que lo llevaran a las columnas del edificio y con descomunal esfuerzo las derribó y al colapsar la construcción murió él y tres mil filisteos. Cabe recordar que anteriormente, con una quijada de burro dio muerte a mil filisteos. Haciendo abstracción a temas históricos, religiosos, hermenéuticos, etc. que no abordo y respeto plenamente, quiero resaltar el hecho de que convivían hebreos y filisteos -y otros pueblos de menor población-; Sansón, que fue Juez (una especie de dictador romano temporal) tuvo tres esposas, las tres eran filisteas, entre ellas destacó la infame Dalila. Se cree que el término «filisteo» proviene del hebreo «plishtim» que quiere decir «invasores»; en algunas crónicas egipcias se menciona la llegada de los Pulesati, que derivó en Plistim y en griego Filistinoi. En otros textos aparece el término «Philistia» y por ejemplo, en inglés se denomina Philistines. Es fácil establecer que la palabra Palestina es una adaptación de los términos antiguos, en otras palabras proviene de «los filisteos» quienes llegaron de la región del Egeo (entre Grecia y Turquía actuales) a ocupar la parte costera de Canaán (región que entonces ocupaban los cananitas), especialmente en la región sur, casi al mismo tiempo de los asentamientos hebreos, siendo una de sus principales ciudades, precisamente, Gaza. Por cierto que para el léxico occidental el término «filisteo» conlleva una connotación negativa o al menos adjetiva a alguien poco digno de confianza. Aunque pudo haber algunos acercamientos entre los dos pueblos, como lo atestigua la vida personal de Sansón, en general vivían en constante estado de guerra como nos lo recuerda la gesta del pastorcillo David frente al gigante filisteo Goliat. Desde entonces todo indica que tres mil años después no ha cambiado mucho el escenario de la región en una historia larga, compleja, en la que destacan los conceptos de: conquistas y ocupaciones, masacres y genocidios, diásporas y cautiverios, y retornos y recuperaciones.
La vida de Sansón se desarrolló por los años 1100 a.C., pero para tener una panorámica más completa de esta compleja temática debemos retroceder unos 600 o 700 años y también trasladarnos unos cientos de kilómetros hacia el este, a Mesopotamia (actualmente Irak), más concretamente a Haran, en donde se encontraba un respetable líder tribal de 75 años de edad llamado Abraham. (Continúa).