Israel logra repatriación


Israel consiguió integrar a más de un millón de personas de la ex Unión Soviética veinte años después del comienzo de la gran oleada migratoria que cambió profundamente su sociedad.


«Según nuestros estudios, el 90% de los inmigrantes de la ex URSS se considera integrado en la sociedad israelí­, 10% más que en 2000, lo que demuestra que, con el tiempo, esta comunidad se siente cada vez más israelí­», se congratula Zeev Hanin, profesor de ciencias polí­ticas de la universidad Bar-Ilan y autor de un informe sobre la inmigración rusa.

Más de un millón de inmigrantes procedentes de las ex repúblicas soviéticas se instalaron en Israel cuando cayó el Telón de Acero.

Un inmenso desafí­o para la sociedad israelí­ que tuvo que integrar el equivalente a un quinto de población al comienzo de los años 1990, pero también lo ha sido para estos «olim» (inmigrantes judí­os) de la ex URSS.

La ministra de Integración Sofa Landver, que llegó procedente de Leningrado (San Petersburgo) en 1979, recuerda que «los inmigrantes rusos vivieron muchos desengaños al no encontrar trabajo que se ajustara a sus capacidades. Veinte años después, han transformado profundamente la sociedad israelí­».

Según cifras del ministerio de Integración, 25.000 médicos y 6.000 cientí­ficos se establecieron en Israel desde 1990.

En una ceremonia festiva en conmemoración de este flujo migratorio, el presidente israelí­ Shimon Peres subrayó el martes en su residencia el «aporte considerable» de los inmigrantes del Este.

«Habéis permitido desarrollar el nivel de la educación, de la investigación, de las artes, de los deportes, de la medicina y de las letras», dijo ante 200 invitados que formaban parte de la flor y nata de esta inmigración judí­a.

Boris Gelfand, de 41 años, llegado de Bielorrusia en 1998 y vicecampeón mundial de ajedrez, contó a AFP que en su juventud, en la Unión Soviética, «estaba prohibido soñar con vivir en Israel».

Bajo el impulso de Ariel Sharon, el entonces ministro de Construcción, se levantaron decenas de miles de viviendas para alojarlos.

En 2010, más de la mitad de los habitantes de la colonia de Ariel (Cisjordania) es ex ciudadano de la antigua URSS y en Ashdod, quinta ciudad de Israel al sur de Tel Aviv, más de uno de cada tres habla ruso.

Los «rusos» entraron en la escena polí­tica israelí­ en 1996 cuando el disidente más célebre, Natan Charansky, fundó el partido «Israel Bealiya».

Absorbido por el Likud, el partido de Charansky perdió influencia en 1999 cuando Avigdor Lieberman, actual ministro de Relaciones Exteriores, de origen moldavo, creó «Israel Beitenú», más de derecha y actualmente tercera formación polí­tica, con 15 diputados y cuatro ministros.

«A diferencia de las oleadas migratorias precedentes, los «olim» rusos conservaron su estilo de vida, gracias sobre todo a que la sociedad israelí­ se ha vuelto más tolerante con las culturas diferentes», estima el profesor Hanin.

Esta oleada «se fundió en el colectivo israelí­ aportando sus propias caracterí­sticas al Estado de Israel», recalcó.

Algo que confirma la bailarina Anna Aronov, llegada con 18 años: «Ya no soy una inmigrante, soy una israelí­ de origen ruso».