Israel desea una convivencia pací­fica con los palestinos


Desde los lejanos tiempos de que nos habla la Biblia, el libro sagrado del cristianismo, Israel ha afrontado toda una serie de conflictos, pero siempre los ha solucionado en una forma u otra.

Marco Tulio Trejo Paiz

El Estado judí­o, como es sabido, fue fundado hace 62 años en la tierra prometida mediante una memorable e histórica resolución de la Organización de las Naciones Unidas con el consenso de casi la totalidad de los paí­ses representados en la máxima Organización Mundial.

En Guatemala y, virtualmente, en todo el ámbito internacional, el 20 de abril del presente año fue celebrado jubilosa y significativamente con diferentes actos la creación del Estado israelí­. El Embajador acreditado ante el gobierno de nuestro paí­s, Eliahu López, ofreció una recepción en el hotel Camino Real, la cual transcurrió en un ambiente cordial, animado y concurrido.

El nuevo aniversario de la vida en libertad, en independencia y con plena soberaní­a del pequeño gigante del Medio Oriente fue dedicado al sesquicentenario del nacimiento del visionario judí­o Teodoro (Biniamin Zeev Herzl), fundador del Sionismo, quien sufrió muchos años de antisemitismo pero confiando en que el sueño del Estado judí­o se convertirí­a en una feliz realidad.

Los israelí­es que viven entregados al trabajo edificante, orgullosamente patriótico, abrigan caras esperanzas en el sentido de que en dí­a no lejano estarán en condiciones de lograr en la diuturnidad una convivencia pací­fica y de mutua cooperación con los palestinos de su vecindad y con los demás paí­ses que injustificablemente se oponen al Estado hebreo.

Oportuno es traer a cuento que Mahmmud Ahmadinejad, el histérico y agresivo mandamás de Irán, ha declarado clara y paladinamente ante la colectividad mundial que el Estado de Israel debe ser borrado del mapa… Ya en avanzada década del siglo XX, Gamal Abdel Nasser, el ahora difunto ex gobernante de Egipto, también dijo baladronada y sentenciosamente que la nación judí­a serí­a lanzada al mar; pero, en respuesta y defensivamente, Israel, en la Guerra de los Seis Dí­as, hizo morder polvo desértico al enemigo. En término de horas, puede decirse, le destruyó la fuerza aérea, cientos o miles de tanques y derrotó a todo su ejército; pues lo mismo puede ocurrir a Irán y a sus satélites insensatos. ¡Sólo un loco o unos locos pueden estar amenazando con la «chatarra» del belicismo!…

El pueblo judí­o asentado en la extensión territorial de su amada patria no pasa de unos cuantos millones, pero en numerosos paí­ses del mundo están diseminados muchos millones de israelí­es que estarán prestos a actuar con coraje, al influjo del patriotismo y a tono con cualesquiera eventualidades, por dramáticas que puedan ser esas eventualidades.

Los árabes no dejan de estar envilecidos por la envidia del «explosivo» progreso integral de Israel. En las diversas ramas de la producción constituye un gran ejemplo de superación, y brinda valiosa ayuda a muchas naciones empobrecidas que se encuentran en situación de atraso secular. Guatemala aprovecha esa ayuda en la agricultura, en la industria, en la educación, en lo cultural y en otros importantes aspectos.

Actualmente están becados 118 jóvenes guatemaltecos en el pequeño gran paí­s hebreo, a los cuales se suman otros 5,000 que han cursado estudios en diferentes campos de actividad en el marco de la cooperación entre ambos paí­ses amigos.

Los palestinos deben meditar bien sus pasos en relación con Israel. Recuerden que la bestia nazi, en los oscuros dí­as de Adolfo Hitler, masacró a millones de judí­os en los territorios ocupados por sus criminales esbirros, pero muchos genocidas que, con derroche de crueldad participaron en el baño de sangre, recibieron merecido castigo en Nuremberg después de la Segunda Guerra Mundial. ¡Se «pendulearon» en la horca!

Desdichadamente, en esta hora borrascosa y de incertidumbre del mundo, al pacifismo del Estado judí­o (que dista de ser debilidad) se responde con actos amenazantes del guerrerismo de una parte de la comunidad palestina, no obstante que los israelí­es tienen alma palestina. Ambos pueblos son hermanos y como tales deberí­an tratarse para que en vez de terror prevalezca hoy y siempre un fraterno amor.