Sin duda alguna para mí, la justicia es la piedra angular de la democracia. La justicia es la que debe mantener en jaque a todos los elementos que intentan debilitar la democracia, esto incluye al Ejecutivo, Legislativo y todos los elementos criminales y corruptos que como sanguijuelas chupan sangre del raquítico Estado y la población.
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Es por ello que los grupos de poder y criminales, buscan incidir en la elección de Magistrados, Fiscal General, Diputados y otros. El Congreso es al final el que elige a los Magistrados y hoy por hoy tiene en jaque a la Fiscal General, al no querer nombrar sus representantes ante del Consejo del Ministerio Público, quienes se encargan del proceso disciplinario de este ente y en consecuencia de destituir a los elementos nocivos. Por lo que la Fiscal no puede despedir a la gente ineficiente, pero principalmente corrupta del Ministerio Público, hay casos de funcionarios a quienes se les ha seguido proceso disciplinario por más de quince veces. Por lo tanto es evidente que el Congreso quiere y desea la impunidad, por eso no eligen a los integrantes del Consejo del Ministerio Público.
Interesante el discurso del nuevo Presidente de la Corte Suprema de Justicia, Lic. José Arturo Sierra, que se puede encontrar en la web del Organismo Judicial. Sin duda un hombre con reconocida honorabilidad afirmó el presidente, recién electo, que “es innegable que en una democracia con pretensiones de consolidación se necesita justicia y el acceso a la justicia… Para el cumplimiento de tales postulados, deben quedar proscritos y, al menos, minimizados, de la actividad jurisdiccional determinados fenómenos que conspiran en contra de una administración de justicia objetiva e imparcial, y menciono algunos. Uno, la presencia del espectro nocivo de la corrupción, como un instrumento favorito del crimen organizado para penetrar en las variadas estructuras estatales, y cuya presencia en el sistema de justicia es letal. La corrupción está fuertemente vinculada con la impunidad, por cuanto relaja la actividad y las normas del castigo. No solo es un vicio ilegal, sino es un fenómeno contrario a la moral pública y hunde sus raíces en la mala conformación de la sociedad. Y si en el sistema encargado de la justicia, donde se deben de resolver los diferentes conflictos interpersonales y sociales, destaca la corrupción y se actúa corruptamente, la lógica consecuencia colectiva es que se pierda toda credibilidad y esperanza ciudadana frente al torrente de la impunidad. El Estado de derecho y la democracia, en estos casos, son percibidos por la conciencia ciudadana como un velo de legitimidad formal para justificar abusos”.
Me parece que el hombre sin duda lo tiene claro. Pero una golondrina no hace verano. Sin embargo ahora tenemos otro Comisionado de la CICIG que aparentemente viene a trabajar. Haber puesto como prioridad el contrabando y a mucho pesar de la Vicepresidente Baldetti la corrupción electorera política, son sin dudas, muestras que Iván Velázquez no vino a Guatemala a escribir novelas policíacas o a hacer de Juan Tenorio.
Si el presidente de la Corte Suprema y el Comisionado de la CICIG unen esfuerzos pudieran hacer mucho y probablemente cambiar la historia de nuestro país. Lo primero que haría en su lugar, sería procesar a los Congresistas por incumplimiento de deberes al no elegir los miembros del Consejo del MP. Entonces una vez nombrado el Consejo, la Dra. Paz y Paz puede de una forma más efectiva y eficiente apoyar al sistema de justicia para su depuración. Está claro que este trío bien coordinado puede lograr mucho en el tiempo que le queda a la CICIG.
Pareciera que los vientos del norte nos están trayendo otro tipo de clima en el Sistema de Justicia en Guatemala. Ojalá se pueda aprovechar estas circunstancias y podamos darle un empujón a nuestra raquítica democracia, para el bien de esta dilapidada nación.