Hace 16 años la ilustradora y escritora argentina Isol se quedó sin un galardón porque el jurado consideró que sus dibujos eran «psicóticos». Con el tiempo, y algunos ajustes en su obra, logró una dulce revancha al obtener este martes el Premio Astrid Lindgren a la literatura infantil, dotado con 5 millones de coronas suecas (780 mil dólares).
«Es un honor gigante», expresó la autora de 41 años en una entrevista con The Associated Press en su casa de Buenos Aires. «Hay una valoración de mi trabajo muy grande, se busca darle trascendencia, algo que vale la pena apoyar porque el dinero que ellos entregan es para que uno pueda dedicarse a esto. Es como una apuesta».
Isol, cuyo nombre completo es Marisol Misenta, dijo que con su trabajo ha buscado «hacer algo artístico y divertido a la vez, que rompa un poco lo que se espera».
«Me gusta jugar con la palabra y la sorpresa», dijo. «Quiero que mis libros sean divertidos para niños y para adultos también».
El Premio Astrid Lindgren, que se entrega anualmente en Estocolmo, honra la memoria de la autora de la popular serie «Pippi Calzaslargas». Es uno de los galardones más importantes en este rubro.
El jurado dijo que reconoció a Isol por libros ilustrados que «vibran con energía y emociones explosivas».
Isol ha escrito e ilustrado más de una docena de libros para niños, empezando por «Vida de perros» de 1997.
Hoy recuerda con ironía el resultado que tuvo cuando envío ese libro al Concurso A la Orilla del Viento del Fondo de Cultura Económica de México, editora de varios títulos que le gustaban.
«El editor me llamó para decirme que lo iban a publicar. (Pero) no me dieron el premio porque decían que mis personajes eran un poco psicóticos», relató. «Para mí fue casi un honor porque yo venía del comic y quería ser rebelde. Pero después tuve que pensar en cómo estos van a ser leídos, qué tenía que revisar».
Luego llegaron otros títulos como «Petit, el Monstruo», «La bella Griselda» y «Tener un patito es útil». Sus historias han sido publicadas en inglés y francés, entre otros idiomas.
También ha ilustrado textos de otros autores, como «Pantuflas de perrito», «Tic Tac», «Equis y Zeta» y «Mi cuerpo y yo», del poeta argentino Jorge Luján; así como «El cuento de Auggie Wren» y «El cuento de Navidad de Auggie Wren» del estadounidense Paul Auster.
Isol se sumergió en el universo infantil porque siempre le gustó «dibujar, inventar historias, narrar a través de los dibujos. Siempre me gustó el comic, lo libros ilustrados. Me gustaba imaginarme historias cuando veía un cuadro. Y cuando leía una historia, me gustaba imaginarme cómo se vería… Me gustan las historias que son simples, pero a la vez tienen esa potencia. También me gusta el humor en los libros. Todo eso lo puedo hacer dentro de este formato».
Reconoce que su arte de trazos imperfectos, que recuerdan a dibujos infantiles, no es académico.
«Pero sí es mucho trabajo de cada libro», acotó. «Además tengo algo que viene del comic, que tiene que ver con buscar la línea y personalidad de los personajes, que no son fríos… Quiero la frescura y cierta cosa como salvaje y un poco impune, que no importa las reglas, que tiene la niñez. Quiero dar esa sensación: la libertad».
La autora ubicó en un lugar preferencial al libro infantil entre la variada oferta de entretenimiento con la que cuentan los niños de hoy.
«No pienso que pueda ser desplazado. Habrá otras herramientas de disfrute, pero el libro me parece por ahora como un objeto masivo que a la vez puede tener una calidad muy grande y que permite cierta intimidad, cierto reposo que hace muy bien», sostuvo.
Misenta está casada con Rafael Spregelburd, un dramaturgo, actor y director argentino con quien tiene un hijo de un año.
La llegada de su hijo «supongo que algo va a cambiar (en la manera de escribir). Yo trabajo con lo que yo soy, con lo que me interesa y me da risa… mi próximo trabajo tiene que ver con lo que es ser un bebé», adelantó.
El 27 de mayo Misenta viajará a Estocolmo a recibir el premio. También fue invitada a las ferias de Frankfurt y de Guadalajara, pero aún no sabe qué hará con la abundante dotación del premio.
«Yo nunca pienso en las cosas antes de tenerlas. Recién ahora pienso qué voy a hacer… Nunca tuve una estrategia pensado en ganar dinero. Por suerte puedo vivir de lo que hago».