¡Sí se puede!


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Por la disciplina impuesta cuando fui patojo vivía quejándome de mis padres, tíos, abuelos, en fin, de toda la familia. Lo mismo hice durante el tiempo en que cursé la primaria y secundaria en el Colegio La Preparatoria (el que por cierto este año conmemora el 95º Aniversario de su fundación, por lo que habrá coctel conmemorativo de exalumnos el 11 de octubre).

Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt


Pero gracias a Clarita, Elisita y Martita Molina Llardén y demás maestros quienes de mil maneras nos mantuvieron a raya, hoy seguimos guardándoles nuestro imperecedero reconocimiento por los principios y valores inculcados, hasta llegar la gran mayoría a rechazar que nuestra sociedad siga en franca decadencia cultural y formativa por tantos malos hábitos adquiridos durante su formación.
Esa decadencia nos llevó a que los rótulos que indican prohibición en nuestro país llegaron a significar ¡sí se puede! El círculo con una franja roja atravesada sobre una letra mayúscula, es corrientemente interpretado como que los conductores sí pueden estacionar su vehículo frente a un portón y de igual manera ¡sí se puede! correr a más de los kilómetros que indiquen los rótulos en la carretera; también ¡sí se puede! hacer pipí en el atrio de un templo religioso o en la pared de un edificio público, como seguir de largo en una bocacalle, aunque sea visible el rótulo con la palabra ALTO o que la luz del semáforo sea roja y que cualquier patrulla de la Policía Nacional pueda dar el mal ejemplo estacionándose al frente al supermercado que luzca tremendos letreros con una silla de ruedas pintada de azul.
¿Quién duda que ahora se pueda comprar armas al por mayor sin cumplir con la ley de compras en el Ejecutivo; que se pueda conducir un vehículo por las calles sin portar las placas que una antojadiza disposición de tránsito dispuso establecer; como también sí se puede vender en cualquier tienda bebidas alcohólicas sin patente y drogas mucho antes que al presidente del país se le ocurriera proponer legalizarlas? Naturalmente que en nuestro país ¡sí se pueden! evaporar más de 82 millones de quetzales sin ir a parar a la cárcel, como también ¡sí se puede! atravesar palos, piedras y gente en las carreteras para celebrar el día de una festividad que se nos pegue la gana.
Sí, estimado lector, a usted mismo le consta que ¡sí se puede! Sin licencia andar por las calles de Guatemala portando armas de fuego, aduciendo que no les queda otra que transgredir la ley por no haber empleos suficientes para ganarse los centavos con honradez y dignidad. Pero tome nota: no podemos llamar a los delincuentes por  ladrones, asesinos, homicidas, estafadores o violadores o secuestradores sin anteponerle el prefijo de “supuesto”, pues entonces le caerán encima el montón de defensores de los llamados derechos humanos, aunque nadie se acuerde ni por un solo instante de los suyos.