Hay instituciones que basan su existencia en la credibilidad que les tengan los ciudadanos porque en el momento en que la pierden, nunca podrán ser eficientes en la materia a la que se dedican. Una de ellas, es el Tribunal Supremo Electoral que desde su instalación, ha sido la entidad que debe tener la solvencia para anunciar en un país tan convulsionado, polarizado, mañoso y corrupto, quién es el que gana las elecciones cada cuatro años.
Esta institución toma principal trascendencia en el país porque se enfrenta a organizaciones políticas que muestran total irrespeto a la ley desde el tiempo en que inician campaña hasta la forma en que manejan las finanzas de esas mismas campañas con las que llegan a ejercer el poder que, en el caso de Guatemala, es el cheque en blanco para la administración absoluta de los recursos del Estado.
Pero los ciudadanos no entienden, en muchos casos, cómo es que hay una organización que legalmente tiene que velar por el cumplimiento de la Ley Electoral y de Partidos Políticos que es utilizada por los políticos para ventilarse el arco del triunfo sin que haya poder de Dios que pueda esclarecer las finanzas de los partidos y detener por una semana las campañas presidenciales que nunca terminan.
Este tribunal anunció con “energía” las medidas para castigar la campaña anticipada. Sin embargo, no tienen respuestas a la gente de la crítica forma en que se desarrolla la actividad partidista y ante ello prefieren esconderse de las preguntas en que se les quiere cuestionar de temas tan importantes como los nombramientos clave para el funcionamiento del TSE y del Registro de Ciudadanos.
Es una lástima que estén dispuestos a tirar a la basura la credibilidad que tienen ya agarrada con alfileres, especialmente después de que algunos de los magistrados ya están cuestionados por haber sido nombrados casi que con una camiseta de partidos específicos para llegar a ocupar el puesto.
Grueso error el que cometen con el hermetismo porque tienen una oportunidad de proyectarse con, al menos, manifestar intenciones de los cambios que quieren implantar para el beneficio del país. Es evidente que no es fácil la tarea porque, como ha quedado demostrado con las amenazas a los candidatos sobre anticipar su campaña, parece que a nadie le hace ni roncha la amenaza de los magistrados. Hace unos años, la gente confiaba más en instancias que, como es el ejemplo de la Corte de Constitucionalidad, perdieron toda credibilidad y ahora la ciudadanía huele el gato que tienen encerrado. A ver si no le pasa lo mismo al TSE.
Minutero
Cuando hay compadre hablado
de plano que hay gato encerrado;
no es simple rumor de cantina
lo de la empresa argentina