«Han sucedido muchas cosas en mi familia y en mi vida desde que Paula murió. Me pareció que había llegado el momento de contarlo antes de que se me olvidara», dijo a la AFP Isabel Allende, quien hoy llega a las librerías con su nueva obra «La suma de los días».
Hace casi 15 años que Paula, la hija de la escritora chilena, murió a los 28 años bajo circunstancias descritas en el libro homónimo que publicó en 1994.
Esa obra, que inmediatamente contó con versiones en alemán, holandés e inglés, entre otros idiomas, desnudó un dolor infinito, repleto de anécdotas personales que abrieron la primera puerta a la intimidad de la escritora y de su familia.
«’La suma de los días’ es una memoria bastante subjetiva, como todas las memorias. Es mi versión de los hechos, que no siempre coincide exactamente con las versiones de los miembros de mi familia, que son los personajes de este libro», advirtió en una entrevista concedida a través de correo electrónico.
«Mi hijo Nico y su mujer se divorciaron por razones bastantes pintorescas y ambos tienen otras parejas; a Willie, mi marido, se le murió una hija y le nació una nieta en trágicas circunstancias», adelantó la escritora sobre su nueva obra.
Allende la presentará a la prensa española este viernes en Berlín, aprovechando la promoción de «Inés del Alma Mía», cuya versión en alemán está a punto de salir al mercado.
La novelista chilena, una de las autoras latinoamericanas más traducidas, acaba de cumplir 65 años y antes de que se le olvide –dice–, desde su casa en San Rafael, California (oeste), decidió dedicarse año y medio al recuento de las «muertes, drogas, penas, muchas alegrías y éxitos, viajes y libros» vividas por su familia en estos años sin Paula.
Allende se permite incluso aclarar algunas dudas a su hija. Como que no fue por su actual esposo, Willie, por quién se separó de su padre, y se anima a develarle uno de los más testimonios que leyó en una de las cartas recibidas tras la publicación «Paula» en 1994:
Una enfermera, sintiéndose en culpa tras leer el libro, le confesó que cuando Paula cayó en coma, ella trabajaba en la unidad de cuidados intensivos en Madrid en 1991, donde «la negligencia médica y un corte de electricidad, que afectó la máquina de oxígeno, te destruyeron el cerebro»… le cuenta.
Apelando a declaraciones de amor, gritos de dolor y anécdotas con mucho humor, la autora de «La casa de los espíritus», reflexiona sobre las relaciones de pareja, la infidelidad, la familia y la religión hoy en día.
También describe algunas experiencias matrimoniales de su hijo Nico, por ejemplo, que quizás cualquier otra madre hubiera mantenido en la intimidad.
«Los cambios respecto a relaciones de pareja, infidelidad y religión están expresados en el libro, pero sólo se aplican a mi familia, no pretendo generalizar», apuntó.
Para Allende, «la familia moderna es muy distinta a la de antes. Si comparo la familia matriarcal de ’La suma de los días’ con la familia conservadora y patriarcal de ’La casa de los espíritus’, los cambios son notables».
«Mi familia actual consiste en un grupo de personas de diferentes razas, lenguas y religiones, que no están unidas por lazos de sangre y han decidido permanecer juntas para ayudarse y celebrar la vida».
Isabel Allende confiesa sentirse «más cómoda con la ficción. En un libro como ’La suma de los días’ siempre existe el temor de herir a otras personas».
«Mi madre sigue siendo mi compañera inseparable, mi confidente y la receptora de mis cartas diarias», pero a ella, motivo de los constantes viajes entre California y Santiago de Chile de la escritora, «no le gusta la idea de que la familia se vea expuesta al público».
«Cree que los trapos sucios se lavan en casa pero, sin embargo, aprobó de todo corazón ’La suma de los días», asegura Allende.
La autora de «Cuentos de Eva Luna», «De amor y de sombra», «Hija de la fortuna» y «El Zorro», vivió en Bruselas y Suiza con su primer marido, tras el golpe de Estado contra Salvador Allende, primo hermano de su padre.
También estuvo 13 años exiliada en Venezuela, pasó temporadas largas en España, y desde 1988 vive con Willie Gordon cerca de San Francisco, en la costa oeste estadounidense.
«Donde está mi marido y mi familia, ése es mi hogar. Voy a Chile varias veces al año y siento que tengo un pie allá y otro aquí, pero en realidad mis raíces están en mis libros, más que en un lugar geográfico».
Antes de iniciar la promoción de su nuevo libro, Isabel Allende pasó unos días en la costa californiana, donde «entre mucho silencio», disfrutó de la prosa de Amy Bloom en «Away», de Monica Word en «Any Bitter thing», de Irene Nemirovsky en «Suite Francaise», de la del nigeriano Chinua Achebe en «Things fall apart» y de «El baile de la victoria» de su compatriota Antonio Skarmeta.