¿Romper paradigmas?


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El Consejo Nacional de Paradigmas Protegidos (CONAPARA), ante la amenaza o consumación fatal del rompimiento de paradigmas por parte de instituciones y de particulares, por este medio hace saber a quienes lo ignoren que únicamente dicho Consejo puede otorgar licencias para romper los aludidos, previo estudio técnico del impacto social, conceptual, ideológico, superestructural, doctrinario, gramatical, lingüístico e incluso metafísico.

René Leiva


Romper paradigmas, tal como lo vienen anunciando con cierta prepotencia algunas personas, sectores y colectivos, sin la autorización respectiva, está penado por la ley atinente, y esta es muy, demasiado clara quizás.

El CONAPARA se permite recordar a los potenciales rompedores de paradigmas que un paradigma, uno solo, no se construye de la noche a la mañana, que más bien lleva muchos años y hasta siglos aportar los diversos elementos que lo constituyen, darle forma, instituirlo, lograr que configure a generaciones enteras, servir de guía, norte y referencia por sus calidades y perfecciones indiscutibles.

Aunque hay de diferentes clases y para distintas aplicaciones, el paradigma es un bien y un patrimonio de propiedad colectiva, nunca jamás privatizado, como el aire y la luz solar, que casi cualquiera puede utilizar sin pagar un centavo, por lo que si se rompe ello puede significar dejar a otros sin sus bondades y beneficios.

La dialéctica elemental dicta que al romper un paradigma ipso facto debe ser sustituido por otro mejor, como un signo de progreso social, jamás individual o sectorial.

Aparte es romper el protocolo, que por cierto ya está muy viejo, anacrónico y sin utilidad práctica; aunque nunca faltan quienes de forma oficiosa recogen los pedazos, proceden a pegarlos y el protocolo queda utilizable, sin que nadie note rotura alguna.

Pero lo que únicamente en casos excepcionales o de suma necesidad puede admitirse romper es el sagrado silencio. Un acto vandálico, motivado por insanos instintos. Quien rompe el sacrosanto silencio ofende a Dios, profana la música de las esferas celestiales, agravia a las almas contemplativas.

No existen datos confiables acerca de cuántos paradigmas se han roto en los últimos dos o tres años, pero tiene fundamento el temor del CONAPARA ante la posibilidad de que el país de la eterna se quede sin paradigmas, con lo que  figuraríamos en calidad de parias ante la suprema comunidad internacional.

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CONSTIRREFORMAS. Todo aquel ciudadano (toda aquella ciudadana) poseedor (poseedora) de un ejemplar de la gloriosa Constitución Política puede hacerle al margen, de su puño y letra, las reformas que crea convenientes a sus personales intereses. Logrará así una catarsis cívica, que nunca está de más, y su escritura será literal, por fin.