¡Relajo!


raimundo-j-wennier

Cada cuatro años he advertido que al dí­a siguiente de asumir el puesto el Presidente de la República, habrá grupos en la 6ª. avenida, frente a la puerta de entrada a las oficinas presidenciales, manifestando y pidiendo algo para cada grupo. Es probable que estén pidiendo asuntos no cumplidos por la administración anterior. Dichos grupos quieren que sea el mismo Presidente recién electo quien salga a atenderles y si no lo hace, tomarán medidas de hecho.

Raymond J. Wennier

 


Si el nuevo Presidente lo hace, en ese momento se convierte en el “bombero apagafuegos”. ¿Será ese el papel del Presidente? Pienso que el Presidente y los miembros de su Gabinete, tienen asuntos y problemas más importantes, más globales y a nivel macro que atender. Deberí­an atender a esos grupos y en áreas especí­ficas, personas expertas que puedan escuchar, analizar y sugerir acciones y/o soluciones a la persona designada por el Presidente para atender los asuntos especí­ficos bajo los que cabe la petición o denuncia. Eso es delegar autoridad en personas con mucha capacidad en el manejo de áreas de la administración pública. Si no, es un ¡relajo! El relajo se manifestará en lo económico, en lo polí­tico y en lo social.

 Es cierto que hay tantas dificultades y problemas que resolver, que cada grupo quiere que la máxima autoridad los atienda; rezagos del caudillismo paternalista de inicios del siglo pasado. Pero no es así­ como funciona la administración de cualquiera de las áreas mencionadas; la no observancia de lo más elemental en materia de organización, se convierte en completo desorden, en este caso a nivel nacional. Es entonces cuando el nuevo Presidente se siente presionado a tomar decisiones que terminan en prometer cosas que “apaguen de inmediato ese fuego” pero los escombros que aún arden producen una situación que puede convertirse en llamas por no cumplir la promesa ni a corto, mucho menos a mediano o largo plazo y así­ satisfacer de una vez por todas la necesidad planteada. Siguen por consiguiente las situaciones económicas, polí­ticas y sociales sin solución y continúa el relajo para todo el pueblo. En el mes de marzo de 1861, Abraham Lincoln dijo: “Tomen el tiempo y piensen bien el tema apremiante. Nada de valor puede perderse utilizando ese tiempo necesario para tomar decisiones. Postergarlas nos arruina. El tiempo es todo. Por favor actúen en esta perspectiva. Piensen despacio lo que deben hacer rápido”.

Por eso sigo sugiriendo al nuevo Presidente que atienda los problemas más apremiantes que afectan a la mayorí­a de la población. Que hable con los que administran las visiones establecidas para darles los lineamientos sobre el camino a seguir. Eso hace un lí­der eficaz. El tiempo es oro, con unas horas de “tiempo para pensar”, se ahorran dí­as en una verdadera planificación que produzca una ejecución de acciones eficientes y eficaces. Hablando de tiempo, en cursillos y asesorí­as educativas, enfatizo la necesidad de tomar el tiempo en la escuela, con otros compañeros del equipo para planificar acciones “cross curriculum” y realizarlas en el aula con los alumnos. La realidad actual es que los maestros no se toman el tiempo para hacer la planificación sugerida. Los directores en la escuela o los de un “cluster” de escuelas, deben tomar el tiempo para sentarse con el equipo de maestros o con uno solo para dar sugerencias de cómo lograr la excelencia en el aula en beneficio de los alumnos. En las últimas semanas el tema del tiempo ha tomado un lugar relevante en todos los medios de comunicación social. Que el año escolar no cumple con los 180 dí­as estipulados en el calendario escolar; que los paros hechos por los maestros están quitando las oportunidades educativas de los niños y por lo tanto un derecho inherente a ellos. No estoy en contra de las razones de esos paros pero no justifico las medidas por el tiempo que se pierde y que no se utiliza en el aula en beneficio de los niños.

Todos hablan de dí­as y del año escolar, en relación al tiempo, sin embargo no llaman la atención sobre lo que sucede cada dí­a. El horario escolar es de las 7:30 horas a las 12:30 horas, 5 horas diarias. ¿Cuántas escuelas inician clases, es decir maestros y alumnos ya en el aula en actividad educativa a las 7:30? Generalmente inician más tarde y en vez de terminar clases a las 12:30, a esa hora, niños y maestros ya están fuera del establecimiento. El tiempo de recreo es alterado también y generalmente extienden el tiempo a más del estipulado. Bueno, hagamos cálculos conservadores de cuántos minutos no se utilizan correctamente. Si son 40 minutos al dí­a, en un mes de 20 dí­as hábiles, son 800 minutos al mes; representa el 13.33% menos de tiempo que deben trabajar al mes. Lo que representa que laboran 23.4 dí­as menos en el año escolar de 180 dí­as y nos lleva a 156.6 dí­as durante el año. El buen uso del tiempo sí­ es importante para lograr los avances en los campos educativo, económico y polí­tico. El Ministro de Educación debe usar el tiempo para ver cómo se resuelven los asuntos más importantes de su cartera lo que incluye las demandas justas de los maestros. Esta carga no debe llevarla el Presidente.

El “Trickle down syndrom” se da así­ en lo nacional, en los ministerios, pasa a los gobiernos locales (alcaldí­as), afecta a las familias y por supuesto a la persona, dando lugar al “relajo” en todas las instancias. Es el Señor Presidente, el lí­der nacional, global, quien tiene que dar el ejemplo del buen uso de su tiempo y así­ poder exigir que todos en su lí­nea de mando hagan lo mismo. De esta forma habrá progreso porque habrá eficiencia y eficacia en todos los aspectos de la cosa pública. Señor Presidente, usted no llega como bombero, llega como lí­der de un pueblo que confí­a en usted para que no se dé más relajo.