Irán recibirá el miércoles una delegación de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) para explicar su programa nuclear, cuando se acorta el plazo para nuevas sanciones contra ese país por su rechazo a suspender el enriquecimiento de uranio.
La visita de la delegación dirigida por el subdirector de la AIEA encargado de los asuntos de salvaguarda, Olli Heinonen, está prevista entre el 11 y el 13 de julio.
El acuerdo para la visita se logró en Viena entre el principal negociador del programa nuclear iraní, Ali Larijani, y el director de la AIEA, Mohamed ElBaradei.
Este último había indicado durante su encuentro el 22 de junio que las dos partes tratarían de ponerse de acuerdo, en un plazo de dos meses, sobre el plan de acción para que Irán responda a las preguntas de la AIEA.
La agencia pide en particular explicaciones sobre el origen de huellas de contaminación con uranio altamente enriquecido (UHE) en algunos equipos, sobre los planes de centrifugadoras de segunda generación y sobre la obtención de planos para moldear hemisferios de uranio metálico para aplicaciones militares.
Todo esto fundamenta las interrogantes de la agencia sobre el carácter del programa nuclear iraní.
Irán afirma que el objetivo es exclusivamente civil, pero numerosos países temen que puede tener una finalidad militar.
El silencio de las autoridades iraníes y el reinicio de sus actividades de enriquecimiento de uranio llevaron a la AIEA a presentar el caso ante el Consejo de Seguridad de la ONU.
Este último publicó tres resoluciones en las que insta a Irán a responder a las preguntas de la agencia y a suspender su enriquecimiento.
A pesar de que las dos últimas resoluciones le imponen sanciones, Irán rechaza categóricamente la suspensión del enriquecimiento.
Irán presentó su compromiso de responder a las cuestiones de la agencia como una «concesión».
El representante de Irán ante la AIEA, Ali Asghar Soltanieh, recalcó que la República Islámica espera por lo menos que el estudio de nuevas sanciones sea suspendido durante las conversaciones.
Para los países occidentales y en particular para los estadounidenses, lo importante sigue siendo la suspensión de las actividades de enriquecimiento de uranio, que por el contrario aumentaron en los últimos meses.
A mediados de mayo, Irán explotaba más de 1.300 centirfugadoras en su centro de Natanz. Este número podría aumentar a 3.000 a finales de julio, según un alto diplomático allegado a la AIEA.
Tal instalación permitiría, funcionando en condiciones óptimas, obtener uranio altamente enriquecido en condiciones suficientes para una bomba nuclear en un plazo máximo de un año.
El viernes, la secretaria de Estado estadounidense Condoleeza Rice consideró que Irán era un país «cada vez más peligroso» y rechazó una vez más descartar la opción militar en caso de que Irán no suspenda su programa nuclear.
Estados Unidos no dejó de lado la presión diplomática, y discute nuevas medidas contra Irán con sus interlocutores permanentes en el Consejo de Seguridad.
La adopción de una tercera resolución podría encontrar la oposición de Rusia y China, que consideran alentador el reinicio del diálogo entre Irán y la AIEA.
Esto no impedirá a Estados Unidos acentuar las presiones financieras sobre Irán, al tratar de convencer a los europeos y a los japoneses de que reduzcan sus intercambios con la República Islámica.
Irán ha frenado la extensión de sus instalaciones de enriquecimiento de uranio en su planta estratégica de Natanz, afirmó el lunes el director general de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), Mohamed ElBaradei.
«Hemos constatado un desarrollo bastante lento en la instalación de nuevas cascadas», dijo ElBaradei a la prensa refiriéndose a la instalación de centrifugadoras que permiten enriquecer uranio para utilizarlo luego como combustible para centrales nucleares o como componente para fabricar bombas.