Irak se inclina por Obama


A un mes de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, los polí­ticos y dirigentes iraquí­es confiesan su preferencia por Barack Obama, sinónimo para ellos de una retirada rápida de las tropas norteamericanas, pero el hombre de la calle muestra indiferencia, persuadido de que la polí­tica estadounidense no cambiará.


Las elecciones se darán en un momento crucial en las relaciones entre Estados Unidos e Irak, que negocian actualmente el estatuto de las tropas norteamericanas en Irak después del 31 de diciembre.

Según el primer ministro iraquí­, Nuri Al Maliki, ambos paí­ses han acordado la retirada total de aquí­ a fines de 2011. Este punto es esencial para los iraquí­es, para quienes el próximo presidente estadounidense deberá respetar este compromiso.

Es por ello que alguno responsables prefieren al demócrata Barack Obama, que se ha pronunciado por una retirada rápida, en los 16 meses siguientes a su llegada al poder -o sea en 2010-, y no al republicano John McCain.

«Obama encarna el cambio, y él y Maliki están por una retirada rápida. Ambos pueden ponerse de acuerdo», estima el diputado kurdo Mahmud Othman.

«Obama será el presidente y retirará las tropas, deberá hacerlo en dos años a más tardar. Trae un mensaje de paz», argumenta Usama Al Timimi, un mando del movimiento del lí­der chií­ta radical Moqtada Sadr.

Pero, si bien algunos polí­ticos dicen preferir Obama, otros piensan que la estrategia norteamericana en Irak no cambiará, o cambiará muy poco, con el nuevo presidente, sea quien sea.

«Obama parece pensar como el gobierno iraquí­, pero él no puede cambiar por completo la polí­tica estadounidense, pues debe escuchar a los generales», constata Abas Al Bayati, un parlamentario del chiita Consejo Supremo Islámico de Irak.

Según él, «Irak es un asunto sumamente estratégico para los norteamericanos. No podrán abandonar sus planes, pues de ellos depende su influencia en la región. Gane quien gane, no habrá grandes cambios».

«Obama o McCain, yo no tengo preferencia. Todo lo que quiero es que el próximo presidente respete la soberaní­a de Irak. Somos un paí­s ocupado y pedimos el retiro de las tropas», declara por su lado el jeque Adnan Al Naimi, un lí­der tribal del barrio sunnita de Azamiya, en Bagdad.

En las calles de la capital, los iraquí­es, abocados a su dramática vida cotidiana, no se hacen ilusiones sobre la polí­tica norteamericana.

Pese a una disminución de la violencia, la población iraquí­ continúa pagando un duro tributo a la invasión estadounidense de 2003 y a sus efectos, que han ocasionado ya la muerte de más de 95.000 civiles iraquí­es, según el sitio independiente www.iraqbodycount.org.

«No me interesa, porque Estados Unidos tiene siempre la misma estrategia, sea quien sea el presidente», dice Ahmed Jalal, 28 años, un sastre del barrio comercial de Karrada, escenario frecuente de atentados sangrientos.

«No sé siquiera quienes son los candidatos. Nada cambiará. Y las cosas no pueden ser peores», explica Um Nur, 39 años, una vendedora de ropa del mismo barrio: «Yo pienso sobre todo en mi vida, en el miedo a un nuevo atentado que me asalta cuando un auto viene a estacionarse junto a mi vitrina».