El primer ministro de Irak, Nuri Al Maliki, prohibió hoy los arrestos arbitrarios de milicianos chiítas, cuyo jefe Moqtada Sadr agradeció a sus hombres por haber obedecido su orden de cesar los combates, tras una semana de enfrentamientos.
Esas señales de apaciguamiento se dan tras la divulgación de datos que muestran que marzo fue uno de los meses con más víctimas de los últimos tiempos en el conflicto de Irak, con más de mil muertos, casi la mitad de los cuales pereció durante los combates entre milicianos chiítas y fuerzas regulares.
«El primer ministro ordenó cesar todo tipo de operación y de arrestos arbitrarios», indicó un comunicado de su oficina. Sin embargo, Maliki dio la orden de «actuar enérgicamente contra cualquier grupo armado que aparezca en público».
Estas instrucciones contrastan radicalmente con la determinación mostrada hace una semana por Maliki, cuando lanzó una operación contra milicianos en el gran puerto petrolero de Basora, a 550 km al sur de Bagdad.
Aunque no nombró a la milicia del clérigo radical Moqtada Sadr, el Ejército del Mahdi, el jefe del gobierno iraquí se comprometió en ese momento a terminar con «los criminales» que, según dijo, aterrorizan a los civiles en la segunda ciudad de Irak.
Los combates se extendieron al resto del sur de Irak, de mayoría chiíta, y a los bastiones del Ejército del Mahdi en Bagdad.
Según cifras oficiales, estos actos de violencia dejaron al menos 461 muertos y más de 1 mil heridos.
En marzo, al menos 1.082 iraquíes perdieron la vida, o sea un aumento de 50% respecto a febrero, lo que confirma una tendencia al incremento de la violencia en el país, según datos oficiales iraquíes.
Las cifras de los ministerios del Interior, de Defensa y de Salud, indican que murieron 925 civiles, 54 militares y 103 policías. Hubo también 1.630 heridos.
En febrero habían muerto al menos 721 iraquíes, un incremento de 33% con respecto a enero, luego de una tendencia a la disminución del número de víctimas durante los seis últimos meses.
Para poner fin al derramamiento de sangre, el líder radical chiíta Moqtada Sadr pidió el domingo a sus hombres que se retirasen de las calles y que pusieran fin a los combates.
Hoy les agradeció que hubieran obedecido esa orden en un mensaje que fue fotocopiado y distribuido entre sus partidarios.
Ayer, el jefe de la oficina de Moqtada Sadr en Basora, Harith Al Athari, advirtió contra la continuación de la ofensiva lanzada contra la milicia por las fuerzas de seguridad.
Sin embargo, hoy no se veían milicianos en Basora, en Ciudad Sadr (bastión de esa poderosa organización en el nordeste de Bagdad) ni en Kadhimiyá, otro gran barrio chiíta de la capital iraquí.
Las autoridades prohibieron la circulación en Ciudad Sadr, pero este sector está controlado por el Ejército del Mahdi y las fuerzas de seguridad no se encuentran allí para aplicar esta decisión.
En Basora se levantó la prohibición de circular durante el día, pero el toque de queda sigue vigente durante la noche.
El primer ministro iraquí Nuri Al Maliki afirmó que la ofensiva lanzada hace una semana contra milicianos chiítas en Basora (sur) fue un «éxito», en una declaración difundida hoy por su oficina en Bagdad.
Maliki anunció un programa de seis puntos para normalizar la situación en el gran puerto petrolero iraquí, después del «éxito del plan de seguridad que permitió restaurar la legalidad y la estabilidad».
Una de las medidas previstas consiste en reclutar en Basora a 10 mil soldados adicionales para reforzar al ejército.