Por lo menos 150 mil personas murieron en Irak desde el inicio de la invasión liderada por Estados Unidos en 2003.
Esta cifra es una estimación realizada por el gobierno iraquí, mientras el secretario estadounidense de Defensa saliente, Donald Rumsfeld, admitió que sus tropas tienen dificultades para combatir a los extremistas.
Los chiítas y sunitas de Irak, enfrentados a muerte, se dirigían hoy a sus respectivas mezquitas para dedicarse a sus plegarias semanales, en medio de un nuevo brote de violencia en los últimos tres días que ha dejado decenas de muertos.
El ministerio de Salud de Irak indicó hoy que unas 150 mil personas han muerto desde la invasión de marzo de 2003, un número más de tres veces superior a la cifra previamente estimada.
El balance fue comunicado el jueves por el ministro de Salud, Ali Al Shamari, a periodistas en Viena, y fue luego confirmada por un portavoz del ministerio en Bagdad.
«Tenemos estadísticas y las enviamos cada día al gabinete; también tenemos cifras mensuales y bianuales», dijo el vocero al confirmar los datos.
«En promedio, cada día mueren entre 75 y 80 personas (…) pero en algunos casos los números exceden esa cifra, así que el total es de cerca de 150 mil», afirmó.
La cifra incluye los muertos en enfrentamientos militares, los ejecutados a sangre fría y los cuerpos que llegan a la morgue, añadió.
La cifra de muertos en Irak ha sido objeto de polémica, y la mayoría de las estimaciones señalaban hasta ahora que entre 50 mil y 60 mil iraquíes habían muerto en la guerra.
En octubre, la revista médica británica The Lancet publicó un informe según el cual unas 650 mil personas murieron durante la invasión, basándose en extrapolaciones de personas entrevistadas.
La cifra fue rechazada y calificada de muy exagerada por el gobierno iraquí, las agencias de prensa y las fuerzas armadas estadounidenses, quienes no han divulgado sus propias estimaciones sobre el número de muertos en Irak.
El conflicto entre chiítas y sunitas en Irak ha provocado la mayor parte de las muertes este año, especialmente en Bagdad, donde cada semana aparecen decenas de cadáveres en las calles.
Las fuerzas armadas estadounidenses y los políticos sunitas han acusado varias veces a los seguidores del religioso radical chiíta Moqtada al Sadr de alentar la matanza de miembros de la antigua élite.
El ministerio de Salud está controlado por seguidores de Sadr.
Rumsfeld, por su lado, reconoció el jueves que los esfuerzos de Estados Unidos por estabilizar Irak no han dado sus frutos y que las fuerzas armadas no cuentan con el entrenamiento necesario para combatir a los extremistas violentos.
«Diré esto: está muy claro que las mayores operaciones de combate fueron un éxito enorme. Está claro que en la segunda fase, no nos ha ido lo suficientemente bien o (no hemos avanzado) lo suficientemente rápido», dijo Rumsfeld en la Universidad estatal de Kansas en Manhattan (Kansas, EEUU), en su primer discurso luego de que el presidente, George W. Bush, le pidiera la renuncia el miércoles.
Rumsfeld estimó que Irak logró progresos tangibles, pero que la violencia sectaria y la matanza de musulmanes por parte de musulmanes extremistas había creado «una situación mucho más compleja».
«Y lo digo con honestidad, nuestro país no tiene experiencia en intentar imponer control y nuestra voluntad sobre extremistas despiadados, violentos, que no tienen ejército, que no tienen armada, que no tienen fuerza aérea y que operan en las sombras», concluyó.
El jefe del Pentágono saliente advirtió además que lidiar con musulmanes extremistas requerirá paciencia y perseverancia, tal como sucedió en la lucha contra el comunismo durante la Guerra Fría.
Las fuerzas estadounidenses en Irak anunciaron el viernes la muerte de otros tres militares, incluido un ’marine’ en Faluya y dos policías militares en Bagdad, lo cual eleva el total de muertos estadounidenses en Irak desde marzo de 2003 a 2.839, según un conteo de la AFP basado en cifras del Pentágono.