Es de público conocimiento que las mayores reservas (ahorros) existentes en el país son el producto de los programas de invalidez, vejez y sobrevivencia y de enfermedad común que corresponde administrar y desarrollar al Instituto Guatemalteco de Seguridad Social.
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Los años que fungí como representante patronal en la Junta Directiva del IGSS, más el tiempo en que me desempeñé como gerente y como único interventor en la historia de la seguridad social, me permiten decir que no soy ciego sino solo tuerto en la temática de esa importantísima institución que conforme a la Constitución de la República es responsable de la seguridad social en nuestro país.
Ningún gobierno, incluyendo del que fui Vicepresidente, ha logrado actualizar y modernizar al IGSS. Desde su inicio en el gobierno de Juan José Arévalo, el IGSS nació con pata coja, por ello su primer programa fue de accidentes, de forma geográfica muy limitada y pasaron varios gobiernos antes que se adicionara el programa de maternidad, después el programa de enfermedad común y de último el Programa de Invalidez, Vejes y Sobrevivencia.
En su junta directiva está representado el gobierno de la República que es también el principal patrono del país, por ello es que el presidente es nombrado por el Ejecutivo a través del Ministerio de Trabajo; como primer vicepresidente está el representante de la Universidad de San Carlos para así tener, supuestamente, un factor de análisis y pensamiento al más alto nivel; el segundo vicepresidente es el representante de la Junta Monetaria, con el objeto que la política financiera del país y el uso y utilización de la mayor masa de recursos se coordine.
Las reservas técnicas del seguro social son tan grandes que todos los bancos sin excepción su principal inversionista o depositante es el IGSS, razón por la cual el sector productivo está sumamente pendiente de cómo se colocan o invierten estos recursos que en observancia a las normas de la ley del seguro social tienen que permanecer increíblemente en inversiones que pueden redimirse de inmediato, lo cual no sucede en la práctica, pero sí hace que el seguro social no haya sido instrumento de inversión segura de medio y largo plazo y también ha significado que la pérdida o desvalorización de las reservas sea inmensa, por cuanto el efectivo en quetzales es lo más fácil de desvalorizarse. Qué distinto sería si el IGSS cuando se privatizó el sistema telefónico, el sistema eléctrico, hubiera tenido la posibilidad de ser un condueño de los operadores privados. El IGSS de haber invertido en Telgua no sería tan rico como Carlos Slim, pero su inversión por acciones sí sería tan valiosa como la del hombre más rico del mundo; qué distinto sería la situación de vivienda si el IGSS pudiera invertir en cédulas hipotecarias (FHA) calificadas y aceptadas como títulos de primer orden por el Banco de Guatemala, cosa muy distinta sería invertir en inmobiliarias como trató de hacer un grupito en violación a la ley hecho que fue denunciado y perseguido por el gobierno del que fui Vicepresidente, independientemente del hecho que habían personas que pretendieron pasarse de listas y estaban vinculadas al partido de gobierno.
¡Guatemala es primero!
Continuará.